La Principal

Difícilmente recordaremos el día de ayer como algo especial. El tedio del lunes no será memorable, algo para lamentar puesto que ayer se celebró el Día Mundial de la Tierra y pocos recordaron la grave situación que el planeta enfrenta.

Yucatán no es la excepción. ¿Cuántas veces será necesario recordarlo? El domingo, el activista y espeleólogo Sergio Grosjean dio cátedra de buen ejemplo tras encabezar la limpieza de un cenote cercano a esta ciudad capital y sacar una enorme cantidad de basura.

No obstante, la información brindada por Grosjean es sencillamente aterradora: el 80% del agua en Yucatán está contaminada. No sólo de heces fecales, sino de sustancias químicas que no se están tratando.

Pero ayer, pocos temblaron ante la afirmación, la de una voz que se une al coro de opiniones ecologistas que sostienen exactamente lo mismo: el vital líquido del subsuelo yucateco ya no es seguro.

Por supuesto, deseamos con todas las ansias un desmentido de esta situación; alguien que nos asegure que los tres niveles de gobierno están tomando medidas, que más agroquímicos no penetran en el manto freático, que el problema de los tiraderos al aire libre han sido controlados y que ninguna granja amenaza nuestros cenotes.

¿A nadie le asusta? Podemos organizarnos para que los estacionamientos no nos cobren, pero no podemos reclamar el derecho de nuestros hijos a un agua limpia.

Estamos dormidos. No le quepa duda: el despertar será muy duro.

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