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ES VERDAD, las coincidencias existen, pero lo ocurrido anteayer no es una de ellas. El asesinato que llevó a la muerte a Manuel Felipe Nery Blanco Méndez, elemento de la Secretaría de Seguridad Pública que recibiera el disparo del victimario que se hizo pasar como víctima, es una probatoria de la gran labor de las fuerzas policiacas del estado.

Blanco Méndez, a quien se le rindió un minuto de silencio en el evento encabezado por el Gobernador, hizo lo que hizo por ayudar, por cumplir con el deber, por lealtad.

Como él, son cientos, en Yucatán, los policías que se comprometen, que no dejan a medias el trabajo, que se la rifan… permítanos la expresión. Por ello, habla con precisión Vila Dosal cuando afirma que “quienes crean que pueden venir a cometer delitos o alterar la paz, sepan también que aquí contamos con elementos policiacos preparados, comprometidos y que se desempeñan con honor y lealtad”.

Así, más allá de armas y capacitación, además de las balas, las cámaras y los chalecos, están, por sobre todas las cosas, las personas, las y los integrantes de las fuerzas de seguridad pública que, día con día, se visten de héroes para hacer de lo extraordinario algo ordinario. Manuel Felipe Nery Blanco Méndez no morirá nunca si cientos de sus compañeros continúan viviendo en el cumplimiento del deber. No morirá jamás si el resto de sus colegas entiende la verdad de la paz en Yucatán: que son ellos, y no los accesorios, uno de los ingredientes esenciales para la tranquilidad.

Ellos, y sólo ellos, son el verdadero escudo.

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