La regla de Mike Pence

Por María de la Lama

Como sistema punitivo, #MeToo se ha probado muy efectivo: sin duda el movimiento ha castigado exitosamente a muchos abusadores y violadores, arruinando sus carreras y su reputación. Seguramente también ha castigado injustamente a inocentes, pero abogar por ellos no me interesa en este artículo. Lo que quiero aquí es retar la idea de que el impacto del movimiento ha sido positivo para las mujeres.

Estos días he discutido el suicidio de Armando Vega Gil y el movimiento #MeToo con mucha gente, pero una discusión en particular, en uno de mis grupos de Whatsapp, me dio una perspectiva preocupante. Primero, porque es un grupo en donde hay mucha variedad y libertad de opinión; y segundo, porque de once participantes, yo soy la única mujer. Pude escuchar reacciones honestas del otro lado, y una me agobió: “Tengan mucho cuidado banda, yo llevo ya algunos años aplicando la Mike Pence Rule”. El cuate mandó un link en donde se explica la Mike Pence Rule. En resumen, los que la siguen evitan a toda costa estar a solas con mujeres, sobre todo en el contexto laboral, por miedo a que los acusen injustamente de abuso.

Algunas de las recomendaciones del link son grabar todas las conversaciones telefónicas, evitar fiestas de trabajo y áreas aisladas de la oficina, no ser mentor de mujeres y nunca reunirse solo con una mujer – o hacerlo solo en presencia de una acompañante (chaperone) femenina de confianza, aunque se tenga que contratar a alguien para este rol específico.

Me parece obvio que la cultura Mike Pence es negativa para las mujeres. En primer lugar, lastima las – ya mermadas – oportunidades de las mujeres de competir laboralmente. Genera muchos incentivos para que las empresas no contraten a mujeres. Podemos indignarnos y gritar que no se vale, que la Mike Pence Rule es chantaje, que es una nueva forma que ha tomado el poder del patriarcado y que perpetúa el machismo… A final da igual si crees que es válido para un hombre tomar estas precauciones, o sí por el contrario crees que tiene la obligación moral de pagar por los siglos de opresión soportando estoicamente los riesgos de ser acusado injustamente. Da igual, porque la realidad es que la Mike Pence Rule se está usando cada vez más, y las empresas no suelen responder con sacrificios altruistas frente a incentivos perversos. Es decir, las mujeres vamos a pagar por la Mike Pence Rule. Tan solo esto me parece una buena razón para repensar sus causas.

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