La vandalización del buren

Por Marcial Méndez

El pasado jueves un hombre cortó con un cúter una pintura del artista Daniel Buren que estaba en exhibición en el Centre Pompidou, en París. De acuerdo con lo comunicado por el mismo museo, la obra (titulada “Pintura. Manifestación 3”) recibió una “importante degradación” como resultado del ataque. En lo que se estiman los costos de los daños y los de restauración, la institución ha decidido que el cuadro sea reemplazado por otra obra del mismo autor. Ante estos sucesos y a falta de una declaración del atacante, vale la pena preguntarnos sobre qué implicaciones tiene lo acontecido en el plano del arte.

Para empezar, hablemos de Buren. De origen francés, Daniel Buren es comúnmente catalogado como un artista conceptual cuya obra, casi desde sus inicios, ha estado inseparablemente ligada a su contexto: sus producciones no existen en un vacío, no funcionan por sí mismas; se crean pensadas para jugar con el espacio de un lugar específico. En palabras del artista, sus obras “funcionan en relación con los otros objetos, en relación con algo. Sea el color de la pared, o el precio de una obra, el contexto cambia la experiencia”. Asimismo, Buren también se ha visto proclive a explorar la impermanencia de la obra de arte en instalaciones y performances cuyo resultado físico es destruido llegado su cierre.

Por tanto, buena parte de las producciones de Buren fueron creadas en un lugar y tiempo específicos para exactamente ese lugar y tiempo específicos. No obstante, la obra dañada es una excepción: fue creada en 1967 pero no fue sino hasta 1986 que fue adquirida por el Pompidou. Aunque es valiosa para el museo ya que posee el estilo gráfico característico de Buren, la obra carece del punto central de la producción del artista: su relación planeada con el espacio en el que existe. Su importancia reside en la “marca” o firma de Buren, por lo que reemplazarla con otra obra similar del artista no cambiaría mucho.

Lo anterior no quiere decir que la obra dañada carezca de valor. Por el contrario, me parece que, fuera de lo económico, el vandalismo ha revigorizado el valor de un cuadro del que poco se hablaba: le ha dado una historia que lo conecta a los temas de impermanencia que Buren ha tocado con anterioridad y, más que eso, ha puesto los ojos en la producción del artista. Al evidenciar el contraste entre la relación de “Pintura. Manifestación 3” y su contexto con el de la mayoría de sus otras producciones, el ataque ha esclarecido el artistic statement de Buren.

 

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