La verdad de santa claus

Por: Mario Barghomz

El problema de la verdad surge cuando por toda verdad sólo admitimos lo que vemos, lo que oímos o tocamos; es la famosa evidencia de lo que queda claro ante nuestros sentidos, ante nuestros ojos. Lo demás; lo que no vemos, ni oímos ni tocamos queda en la duda de aquello que posiblemente no exista. “Pienso, dudo, luego existo”, se lee en la famosa premisa de Descartes.

Este es el caso de Santa Claus, personaje que hoy sólo es parte de una fantasía en la imaginación infantil. Pero una fantasía al cabo que puede dar ánimo, entusiasmo y alegría a quien ha decidido escribirle una carta con una petición de regalos para ponerla en el árbol.

Para la ciencia neurológica la verdad de Santa Claus no está precisamente en el personaje mismo, la mercadotecnia que se deriva de él o en la historia que pueda contarse para ubicarlo en el tiempo. Sino en su fantasía, en el verdadero mundo al que pertenece: el del reino de lo mágico. Al mundo del pensamiento o la idea al que René Descartes, el filósofo racionalista francés, llamó “facticio”.

Hoy podemos saber, sin embargo, y más allá de las investigaciones también científicas de Descartes, que la neuroquímica y todo el universo bioquímico y neuronal de nuestro cerebro; nos muestra por qué y cómo actúa un niño entre los 2 y los 6 años de edad. Cómo relaciona la realidad de su existencia con el universo de lo mágico. El asunto es que los impulsos eléctricos de su cerebro se mantienen en un rango de frecuencia de ondas Z, que oscila entre los 4 y 8 ciclos por segundo.

Todos los niños de esta edad viven en un estado de interioridad subconsciente; el de las ondas Z que los hace más propios de la imaginación y la fantasía que de la realidad exterior adulta. Viven en un mundo abstracto donde todo lo no real siempre es posible. ¡Bendita imaginación!

Aún a la edad de ocho años y a punto de trasladarse neuronalmente de la fantasía a la realidad; sus ondas cerebrales cambian de frecuencia, pasando de las ondas Z a las ondas Alfa (que oscilan de los 8 a los 13 ciclos por segundo). Es en esta etapa cuando los niños comienzan a formarse una conciencia más analítica; su mundo es cada vez menos abstracto (mágico) y cada vez más concreto (real).

Pero su cerebro de ocho años, si sobrevive a su naturaleza propia y no ha sido alterado por la ignorancia y los prejuicios de los renegados de toda fantasía que sólo rebuznan con la realidad concreta, aún cree en Santa Claus, porque parte de su mente pertenece aún a la fantasía y la otra a la realidad.

Ahora el niño es parte de los dos mundos; de la verdad del mundo facticio (la fantasía) y la verdad del mundo “adventicio” que es la verdad aprendida a través de la experiencia de los años.

Luego entonces cuando un adulto entra en controversia con la sana imaginación de un niño sobre la idea de Santa Claus, alegando que no existe, sólo quitará de manera arbitraria, ignorante y bizarra lo que la misma naturaleza humana de su ser a través de su sistema nervioso, ha depositado ahí, precisamente en su cerebro como conveniencia natural de su edad.

Sólo hasta que el chico esté bajo el factor neurobioquímico en el rango de las ondas Beta (13 ciclos por segundo), entre los 8 y los 12 años de edad, su misma actividad cerebral le permitirá pasar de un mundo a otro, de aquél del pensamiento imaginario (el de Santa Claus, las sirenas y los unicornios) al de casi adolescente del mundo concretamente analítico.

El mundo de todo niño antes de los doce años pertenece de manera natural al mundo de la fantasía, y ésta puede verla también afuera, en su contexto, en su casa, a través del cine, de la televisión o en Disneylandia. Pero particularmente está en su cerebro, en las frecuencias Z y Alfa en las que se mueve. Por ello que una carta a tiempo sobre el árbol (o sobre lo que sea), y si cuenta con una familia atenta, generosa y no resentida ni amargada, será su mejor propósito, su acción más dulce y justa para que obtenga un regalo.

¡Viva la imaginación!

¡Feliz navidad a mi nieta Ivanna (de 7 años), a Issco (todavía en el vientre de su mamá) y a todos los niños del mundo!

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