En general, el invierno es uno de los momentos en que más aumentan los síntomas depresivos, pero no tiene que coincidir necesariamente con el tercer lunes de enero, ni quiera con este mes. Del Corral explicaba que es natural que en esta época se experimenten ciertos “bajones anímicos”, algo de estrés, cansancio emocional o desmotivación, sin que se deba confundir con la depresión.
No obstante, a base de insistir se puede convencer a alguien de que ese es un día malo y puede llegar a sugestionarse y plantearse realmente que el tercer lunes de enero va a ser muy triste, subrayaba este psiquiatra.
De este modo, puede resultar al final una profecía autocumplida: “Basta que lo pensemos para tener predisposición a hacer cosas que nos ponen tristes”, advertía el también psicólogo Jesús Matos, autor del libro “Buenos días, alegría”.
Por su parte, la psicóloga clínica Cristina Wood, de la Sociedad Española del Estudio de la Ansiedad y el Estrés, negaba igualmente toda base científica al “Blue Monday” y reflexionaba: Es normal que tras las Navidades aparezca la tristeza porque “han faltado seres queridos, se han tenido muchos gastos” y se intenta “otra vez recuperar la rutina”.