Cuando un kilo de pollo costaba 7 pesos

Con nostalgia, locatarios recuerdan cómo las personas que acudían al mercado regresaban a sus casas con carne de distintos tipos y sus sabucanes llenos con muy poco dinero

¡Qué tiempos aquellos, señor don Simón!, así reza una frase con la que antaño se hacía alusión a que siempre fueron mejor los tiempos pasados, y esto bien podría aplicar a la época en la que las amas de casa acudían al mercado y regresaban con sus sabucanes llenos de carne de puerco, res, pollo e inclusive venado, además de una buena cantidad de legumbres y frutas frescas, mientras que ahora pasan apuros para lograr comprar lo básico para el almuerzo, de modo que con cien pesos es casi imposible completar el gasto diario.

En un recorrido por el mercado Lucas de Gálvez, cuya primera construcción fue un galerón de madera con arcos en 1887 y luego, en 1909, contó con un hermoso edificio que tenía su acceso principal detrás del ex edificio de correos, algunos locatarios recuerdan cómo era el ambiente que vivieron en este mercado, algunos desde pequeños, ya que en el espacio que ocupan las oficinas de la administración se contaba con el servicio de guardería, donde los hijos de los locatarios tenían un espacio para recibir su desayuno que incluía su dotación de leche,  y también para tomar su siesta y descansar mientras sus papás terminaban con sus labores diarias.

De esto nos cuenta don Manuel Cano, quien en la actualidad sigue la tradición familiar de la venta de pollo fresco, pero ahora en el San Benito, lugar donde los reubicaron cuando se inauguró.

“Antes mi papá, Joaquín Cano Godoy, y mi abuela Manuela Godoy, que fueron pioneros en la venta de aves, tenían su puesto en el segundo piso de la rampa; recuerdo que la carne se subía con una cadena y que había un lavamanos que todos usaban ante la falta de tuberías en los puestos”, dijo don Manuel, quien lleva prácticamente toda su vida trabajando en el lugar.

Uno de los entrevistados recordó que el precio del kilo de carne de puerco llegó a costar 3 pesos o cuando mucho 3.50 pesos, mientras que el kilo de pavo costaba sólo 1.25 pesos, además había un refresco muy popular llamado Missión, que costaba 45 centavos.

“Desde los 12 años comencé a cortar pollo y acá en este lugar, que se encuentra el San Benito, estudié mi primaria y secundaria en lo que era el Centro Educativo Felipe Carrillo Puerto, y en la secundaria que luego se pasó a la 69, la Urzaiz, el uniforme era de color blanco y azul”, dice nuestro entrevistado, quien recuerda que el primer precio que tiene en la mente referente al pollo es de entre los 7.50 y 8 pesos.

“Luego nos pasaron a otro espacio que fue el que se remodeló recientemente y terminamos aquí en el San Benito”, recordó el entrevistado, quien indica que cuando era niño, en la década de los 60, el precio del pasaje en los camiones urbanos era de 75 centavos para los adultos y de 25 centavos para niños y estudiantes. Entonces las monedas se depositaban en un ánfora que traían los camiones, que en ese entonces se caracterizaban por tener los asientos de madera.

Y si hablamos de refrescos, además del tradicional refresco de cola, era muy popular el Missión, que se anunciaba en la radio con el grito de “Hay Naranjas”, y que se vendía en 45 centavos.

De aquellos tiempos, don Manuel recuerda que el pollo se envolvía para los clientes en papel celofán o en el papel que se sacaba de los envoltorios de alimento balanceado para las aves. Incluso había una marca de alimento llamada Api Aba que llegaba en sacos de tela, que las mamás de entonces utilizaban para hacer las camisetas de los niños.

Por su parte, el señor Hermilo Gómez Beltrán, quien lleva más de 33 años en el mercado, recuerda que el precio del kilo de carne de puerco llegó a costar 3 pesos o cuando mucho 3.50 pesos, mientras que el kilo de pavo costaba sólo 1.25 pesos.

“Antes de llegar al mercado trabajé como mesero en el Bar Modelo que estaba junto a la panadería La Vieja, frente al bazar García Rejón; hablamos de fines de los años sesenta y me pagaban un sueldo de 15 pesos, que era muy poquito pero que se compensaba con las propinas que juntaba que llegaban hasta a 50 pesos”, recuerda don Hermilo, quien destaca que en 1968, el año de las Olimpiadas, circuló una moneda de plata de 25 pesos a la que se le llamó “Olímpica”.

Antes don Hermilo, a quien también se le conoce como Mario por uno de sus hijos que fue muy querido en el mercado, nos recuerda que trabajó desde los 10 años vendiendo papas y refrescos en varios cines de la ciudad como el Esmeralda, el Novedades y el Principal, y más adelante, dos años después, trabajó vendiendo empanadas en los billares que funcionaban en la plaza, como el Centro Cubano o el Independencia.

Texto: Manuel Pool Moguel

Fotos: Manuel Pool / Cortesía

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