#LadyCuchillo, humor y violencia

Por Gerardo Novelo

Dicen los antropólogos, guionistas y demás que el elemento más central, más innegable del humor es lo imprevisto. Invertir expectativas es la primera piedra de la risa.

Una vieja anécdota lo explica más o menos así: dos cavernícolas – Ug y Gruk – sienten el llamado de la naturaleza y desahogan sus necesidades en un arbusto a las afueras de su cueva. Girando los ojos para evitarse la vista del miembro de su amigo, Ug nota un repentino movimiento del arbusto.

Asustado, le susurra a Gruk que cree haber visto una serpiente. Mientras Gruk se aleja, Ug investiga. La tensión sube. El venenoso animal podría atacar en cualquier momento. Un inofensivo conejo salta del arbusto y Ug suelta la primera carcajada de la (pre-) historia.

Pero el cavernícola no ríe solo porque la bestia no era lo que esperaba. Podría haber sido otro animal letal. El segundo elemento del humor, el condicional, es la seguridad. Ug no ríe solo porque su expectativa fue opuesta a la realidad — ríe para señalar a Gruk que se encuentran a salvo.

Hablemos de la mujer que apuñaló a su ex-marido hace unos días. Ya saben, probablemente el morboso video encontró lugar en su Facebook. Algunos reportes apuntan a que el acto fue en defensa propio frente un intento de violación, pero dejemos eso a lado por un momento: finjamos, para propósitos de este ensayo, que pasó exactamente como las redes sociales ya lo mitificaron.

En respuesta, algunos hombres tomaron a apropiar (y ridiculizar) estándartes feministas. #NosEstánMatando. #NiUnoMenos. Porque además de sexistas, son poco creativos y reaccionarios. “¡Hagamos una marcha con los penes afuera!”. Ridículos. Con tono burlón, imitan las consignas contra feminicidios. “¡Violencia hembrista! ¡#VivosNosQueremos!”.

¿Por qué un acto de violencia de género de mujer a hombre desata predominantemente burlas y memes? ¿Por qué la respuesta social es tan diferente a lo que esperamos de lo opuesto?

El suceso es inesperado, sí. Pasó tan sólo a unos días de las marchas masivas del 8M en protesta (entre otras cosas) a la violencia de género. Es una inversión de expectativas, pero le hace falta un ingrediente para explicar las burlas, parodias y memes que causó: la seguridad.

No temen en lo más mínimo ser asesinados por mujeres. Ni les importa el sujeto; sólo aprovechan su tragedia para berrinchear sobre “feminazis”. Sus risas los delatan. Están lo suficiente a salvo para carcajear.

 

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