Las bondades del Huachicol en 2019

Por Carmen Garay

En una de las primeras conferencias mañaneras de este año de la Presidencia de la República -muy madrugadoras digo yo-, escuché al presidente López decir “huachicol” mientras informaba que ya son tres sexenios de robo de combustible y el consecuente saqueo al patrimonio nacional. Recordé luego a mi papá, en paz descanse, quien me explicó alguna vez de ese producto y sus efectos terribles para la salud al beberlo, pero ¿de qué estamos hablando, se toma o se usa en los coches?

Para aclarar el asunto, era importante indagar primero los orígenes de ese término. Algunos filólogos consultados por BBC News, citado en El Universal, coinciden en ubicar la raíz ¡en lengua maya!, con la palabra “waach”, es decir, forastero y que según la Academia Mexicana de la Lengua tiene como última acepción “ladrón”. Por salud mental y mi procedencia chilanga -aunque soy yucateca desde hace 16 años, me dicen huach-, me conviene suponer que sea más atinada la investigación del historiador neoleonés Arturo Ortega, quien declara que la palabra huachicol proviene del huachichil “huach”, que significa rojo, y del latín “aquatilis” que significa aguado.

Lo cierto es que si se habla de bebidas o de combustibles, el huachicol siempre se refiere a un producto adulterado, no original e ilegal por antonomasia. Dicho lo anterior, he de decir que no me repongo de algo que leí en la red por parte de un mentado influencer y repetido por miles de personas “prefiero pagar por un bidón de la esquina a 200, que hacer una fila de cinco horas”. Me parece desafortunado pero, tal como expliqué hace una semana, era previsible porque el tiempo del desabasto en gasolinerías de 10 entidades del país, se ha prolongado demasiado y el gobierno federal hasta el momento se ha visto rebasado en su capacidad de frenar el huachicol sin perjuicio de las actividades cotidianas de millones de mexicanos. Tan indeseable el desabasto como la demora, y peor todavía, la venta de huachicol ocasionada por la estrategia deficiente de erradicarlo.

Dicen que debe aprovecharse una coyuntura para retomar lo bueno y erradicar lo malo. Las inconveniencias son tantas y están a la vista, pero no así las ventajas de este episodio. La bondad de hablar del tema huachicol este inicio de año es que ha puesto sobre la mesa también la pertinencia de discutir socialmente sobre moralidad, inmoralidad, bien común, conceptos tan importantes como las consabidas referencias sobre corrupción e impunidad.

La Real Academia Española (RAE), todavía no incluye “huachicol” en su vastísimo diccionario -como ya incluyó “cantinflear”, “chatear” y “tuitear” hace poco-, pero estoy segura que la práctica tan arraigada de adulterar, y corromper productos y personas en su comercialización, amerita decirse por su nombre y que todos lo tengamos en claro. Pero no solo definirlo, sino acá en nuestro país, debemos hacer todo lo posible por desterrar ese “deporte nacional” inmoral, ilegal e indeseable por que robar es algo que no debe hacerse en lo poco, ni en lo mucho porque es inmoral.

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