Las últimas consecuencias

Para quien no ande involucrado en el tema, surgió una gran polémica a raíz de una ponencia presentada la semana pasada en un evento organizado por el Museo del Mundo Maya. En esta ponencia se señalaba un punto con el que estoy profundamente de acuerdo: cuando se trata de cine, hay que llevar ese compromiso hasta las últimas consecuencias.

Este compromiso puede tenerse con otros aspectos de la vida humana, con otras expresiones artísticas, con posturas políticas o filosóficas. Es una postura radical, el tipo de postura que debemos tener: llevar nuestros ideales hasta las últimas consecuencias, no comprometernos a medias, de manera tibia con las cosas. Este compromiso radical, y siempre autocrítico, necesita de una comunidad que crea en él, que crea en que el cine es algo en lo que vale la pena dedicar la vida y que no admite medias tintas.

Una comunidad cinematográfica no se resume en la cantidad de películas que ha dirigido, los premios que ha recibido, los festivales que la ha seleccionado, los libros que ha escrito, las reuniones que ha sostenido, los seminarios que ha organizado. Se resume en una pregunta simple pero profunda: ¿está usted dispuesto a vivir para el cine?

Por ello mismo, un proyecto que no tenga una visión a largo plazo, de verdadero compromiso con la localidad, con la comunidad y con las audiencias, no tiene sentido (al menos para mí) de considerársele un proyecto de cine. Esto incluye proyectos improvisados, que no deben seguir siendo apoyados porque en repetidas ocasiones quien los organiza ha demostrado un nulo compromiso con la comunidad artística y de gestión de la ciudad, que secuestran los trabajos locales que se producen y que se alimenta de la ignorancia de patrocinadores, voluntarios y público que lo soporta.

Ahora está girando la invitación a formar parte de un catálogo, invitación hecha por la Comisión Fílmica de Mérida y Yucatán, que se ha encargado de organizar el Festival Internacional de Cine de Mérida y Yucatán, el Festival del Globo (2017) y el Festival de la Música (2018). Estos eventos, que recibieron cuantiosos recursos públicos federales y apoyos de gobiernos locales y patrocinadores, suponen un disparo contra la comunidad que trata de construir propuestas comprometidas con la localidad y con el cine.

Lo que este proyecto de catálogo de proveedores busca es la legitimación de la comunidad misma, tener en sus filas a decenas o cientos de personas que avalen implícitamente, con el envío de sus datos, los proyectos de esa comisión. Este texto quiere invitar a los lectores a estar alerta de esto, y a quienes quieren hacer comunidad, “industria”, gremio o la palabra que deseen usar, a no colaborar en él, a no prestar su nombre para levantar el de quien ha hecho, en repetidas ocasiones y con total alevosía, un atentado contra el sentido de comunidad cinematográfica.

1 Comment

  1. Jairo
    septiembre 28, 2018 - 8:41 am

    El catálogo de la comisión fílmica…. Existe para mí desde hace como 2 años, a los proveedores de servicios nos ha funcionado, al menos he recibido tres clientes por estar ahí, es solo que mucha gente de fuera busca a la comisión y de ahí los redirigen, no le vi el problema pues me parece es al menos una de sus funciones básicas.

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