Liam Neeson, Taken, Cold Pursuit y su legado en el cine

Por Marcial Méndez

La interpretación de Liam Neeson en Taken es, sin exagerar, una de las más influyentes dentro de la burbuja de thrillers de acción modernos. Su rol como Bryan Mills marcó el génesis definitivo de un arquetipo que ha demostrado su perdurabilidad en la industria hollywoodense: el padre de familia que, a raíz de una tragedia familiar, se convierte en un brutal vigilante justiciero.

Desde que Neeson encarnara al Mills original, su personaje ha sido replicado por un buen número de actores. En general, la estructura y trama de Taken ha sido imitada y modificada una y otra vez; casi se podría decir que los filmes estilo Taken se han tornado en un subgénero muy específico del cine de acción. Halle Berry protagonizó su propia (muy mediocre) versión del mito en Kidnap y Kevin Costner hizo lo mismo en 3 Days to Kill, por mencionar algunos filmes que entrarían en esa categoría.

Lo más interesante del caso, sin embargo, es que Liam Neeson no sólo protagonizó la saga que dio origen a esta fórmula cinematográfica, sino que también en una de sus mejores reiteraciones: la recién estrenada Cold Pursuit, un thriller de humor negro que positivamente subvierte las expectativas que suelen tenerse de este tipo de cintas.

En Cold Pursuit, Liam interpreta un rol que ya muy conocido: un padre que, a raíz de la muerte de su hijo a manos de una organización criminal, se transforma en una fuerza implacable en busca de venganza. El filme empieza como cualquier churro a la Taken, pero no tarda en mostrar sus verdaderos colores: las acciones del personaje de Neeson inadvertidamente causan una guerra entre dos facciones criminales, conflicto que se vuelve central en la trama y que trae consigo el extraño y efectivo humor negro que caracteriza a la cinta. Este cambio de dirección inesperado es una subversión muy bienvenida del molde que forjó Taken: el resultado es tanto entretenido como intrigante y en ningún punto pierde la gravedad de su trama (como a veces le ocurre a otras películas que dan un giro cómico a fórmulas preexistentes).

En corto: Cold Pursuit demuestra que el legado de Liam Neeson tiene más potencial que solo churros malogrados, aunque al mismo tiempo evidencia que el molde de Taken tiene límites: hay que jugar con él para sacarle jugo. Es un buen filme por mérito propio que, más allá de su importancia en el canon de Neeson, vale la pena sentarse a ver en la gran pantalla.

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