Lo primero es mi familia y luego mi trabajo: Cecilia Patrón Laviada

Una figura que ha estado en el centro del Partido Acción Nacional en los últimos años es, sin duda, Cecilia Patrón Laviada.

La menor de una dinastía que ha dejado huella en la vida política de Yucatán platicó en exclusiva con Punto Medio y, acompañada de su hija María Sofía, nos confesó, con esa sonrisa que es su sello distintivo entre la militancia de su partido, el cambio que ha representado para su persona el ser diputada federal y lo difícil que es alejarse de su familia. Porque para Cecilia Patrón no hay duda: lo primero es su hija y su madre… Luego viene lo demás.

¿Qué tal la vida como diputada federal y qué implica este cambio de vida?

Siempre los cambios son un poco complicados, pero estoy muy contenta porque aprendo y doy mucho de mí. De eso se trata la vida, de ir por el camino ofreciendo lo mejor de uno mismo en el trabajo y en su vida. En mi caso desde el Congreso estoy dando mi mayor esfuerzo, mi tiempo, entrega y conocimientos.
Sí, fue un cambio importante en mi vida, porque también soy mamá y tengo que estar fuera de mi casa varios días a la semana. Afortunadamente ya nos estamos acostumbrando a este ir y venir tan novedoso.

¿Es verdad que cuándo se barajaba la posibilidad de ser diputada federal, usted se planteó el negarse para no alejarse de su familia?

Sí, lo medité mucho, e incluso en algún momento llegué a preguntarme si me había equivocado al elegir esto, principalmente por mi hija. Tengo una niña llamada María Sofía que tiene 11 años y estamos muy unidas. Además, mi mamá tiene 90 años y me daba mucho pendiente dejarlas solas.
Siempre he defendido que lo primero es mi familia y lo segundo es mi trabajo. Para ser una buena funcionaria tengo que ser una buena madre e hija; toda mi vida he vivido con este pensamiento, porque quien ama a su familia también ama a su patria. La mejor manera de ayudar a mi México es dejándole una buena hija.

Fue complicado, pero hoy estoy agradecida de haber tomado esta decisión, porque para María Sofía mi mejor regalo es dejarle un ejemplo de la superación de las mujeres. Es mi manera de decirle que no siempre podemos estar a la sombra de un hombre y que tenemos que echar para adelante.

Es muy curioso, pero las personas que la conocen repiten mucho que usted es auténtica… ¿En verdad es auténtica?

Cuido mucho eso, el serlo. Incluso puedo decir que a veces soy políticamente incorrecta, pero siempre trato de ser quien soy. Lo que tu ves es lo que hay, bueno, malo o regular. Creo que la gente está cansada de ver políticos en pose, que por un lado dicen que son muy buenos, pero por el otro le rompen el alma al erario mexicano y fomentan la corrupción.

Hay que hacer las cosas de manera genuina. Si abrazas a un viejito tiene que ser auténtico, debes sentirlo en tu corazón. He luchado mucho por no perder esa sensibilidad, porque este ambiente suele volverte insensible, ya sea por el trabajo, la presión o por el engaño de personas que han pedido mi ayuda y que al final han respondido mal a esa confianza. Uno tiene que batallar todos los días por ser siempre genuino y amar al prójimo; esa es una de las cosas que le agradezco a mi mamá, que me haya dejado una buena semilla.

Pero una persona no nace con esta cualidad ni se compra en la tienda, me imagino que debe formarse en la familia…

Tengo la suerte de tener una familia que me dejó muchos ejemplos de vida. Recuerdo que cuando tenía cinco o seis años, yo acompañaba a mi mamá a los pabellones antiguos del hospital O’Horán, donde antes se encontraban los enfermos de tuberculosis, porque mi tía, que era monja vicentina, los ayudaba con sus quehaceres diarios y yo la apoyaba en esta tarea. Para mí esto es así y no porque yo sea muy buena, sino porque así crecí y es lo que aprendí. Vi a mi familia ayudando a los demás y esto es lo que he aprendido durante varios años, el amor y el servicio al prójimo; por eso estoy obligada a hacerlo también.

Dices que confías fácil en la gente, pero, ¿esto es fácil en la política?

Es difícil (risas). Mi naturaleza es confiar, eso es lo primero que me pasa por la cabeza, pero también con el paso del tiempo, lo acepto, he aprendido a ser más precavida.

He recibido golpes muy fuertes que me han dolido, porque en política soy una persona leal, derecha y directa. Cuando digo que estoy contigo, sabes que lo digo en serio; eso es muy importante para mí, principalmente en este mundo en donde parece que la lealtad se ha perdido y la palabra se ha olvidado. Yo también caigo en tentaciones, no vayas a creer que es sencillo. Trato de confiar en todo momento, pero vivimos en un mundo de tiburones…

¿Y cómo se protege para no caer en este mundo de tiburones?

Tratando de hacer siempre lo que creo que es correcto; no siempre es fácil y me equivoco muchas veces, pero trato de que mis decisiones no me generen un cargo de conciencia y me hagan decirme a mi misma “hiciste mal”. Trato de oír siempre a ese Pepe Grillo que tengo en mi cabeza aconsejándome sobre lo que es correcto.

Es cierto, soy confiada, pero también he aprendido a ser prudente y analizar las cosas por lo que son y de quien vienen. Es difícil, pero siempre hay que tratar de confiar y ver primero lo bueno de las personas.

Texto: Roberto Ojeda
Fotos: Cortesía

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