Lo que nos enseñó el 2020

Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
latribunaesnuestra@gmail.com

Estamos a unos días de terminar el 2020, un año que para todas las personas resultó diferente y, por momentos, difícil de sobrellevar, que nos enseñó que la vida puede cambiar en cualquier instante y que el mundo puede dejar de ser como lo conocemos. Pero al mismo tiempo, el veinte-veinte nos dejó importantes lecciones en cuanto al deporte se refiere.

La principal es que el deporte profesional puede parar. Constantemente pensamos que la única modalidad de deporte que existe es el que se practica a nivel profesional, con grandes competencias y de alto rendimiento; sin embargo, durante estos meses pudimos constatar que sí es posible que los torneos alrededor del mundo se detengan para preservar la salud de quienes lo practican.

Y, por otra parte, vivimos de primera instancia del ejercicio físico, ese que podemos realizar las personas todos los días desde nuestros hogares, nos ayuda a mantener nuestro bienestar físico, pero principalmente nuestra salud mental. Cuántas personas no empezaron durante la cuarentena algún tipo de rutina de ejercicio por aburrimiento, o como una forma para combatir el insomnio o para manejar la ansiedad que crecía con esta pandemia. 

Ahora que enero se encuentra al final de la semana y que la mayoría de los propósitos del nuevo año se traducen en “hacer ejercicio”, te invito a que no se quede únicamente como un propósito. Si te fuiste habituando a ejercitarte desde casa adecuando materiales o con la ayuda de plataformas, no lo dejes de lado; y si aún sigues lamentando “por qué no iniciaste” cuando empezó la cuarentena, no te preocupes, siempre es un buen momento para cuidar de nuestro cuerpo poniéndolo en movimiento.

Por supuesto no podía dejar fuera los tradicionales deseos de Año Nuevo; si después de comer tus uvas aún te quedan deseos por pedir, ojalá que desees un deporte más igualitario, con las mismas oportunidades para las mujeres; un deporte seguro donde ninguna niña o joven corra peligro por practicarlo; un deporte más justo con visibilidad para todas y todos; un deporte más tolerante, donde ninguna persona se siente vulnerable o expuesta por no ser como los demás; un deporte que alza la voz ante los problemas sociales y que comprende el poder que posee; pero principalmente, un deporte donde el sueño de cada atleta pueda hacerse realidad.

Ojalá que durante el 2021 nuestros deseos y propósitos los convirtamos en acciones que nos ayuden a entender que la tribuna también es nuestra y a veces, solo hace falta apropiarnos de ella.

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