Los apuros del camino

Por Jhonny Eyder Euán

Tener que caminar del remate de Montejo hasta San Juan es una obligación diaria cuando salgo del trabajo a las nueve de la noche. Es a esa hora cuando comienza mi travesía para volver a casar, no sin antes lidiar con los apuros del molesto y defectuoso sistema de transporte público.

Cuando corro con suerte, suelo alcanzar el transporte de las diez que siempre se llena de gente. Común es viajar a pie o apretado en algún asiento del fondo de las sucias unidades que se caen a pedazos como vil chatarra.

Vaya que es todo un caso el transporte público. Y no sólo aquí, sino en otras partes de la República: viajes retrasados, unidades en lamentable estado, conductores prepotentes, accidentes viales, entre otras cosas que sigue ocurriendo para infortunio de los ciudadanos.

El transporte público es una verdadera sucursal de terror. Pruebas muy duras de la vida son subir al autobús y ver que personas alcohólicas hacen fiesta en la parte de atrás ante la indiferencia del conductor que sólo piensa en acelerar y acelerar como si condujera un camión de animales.

Prueba muy dura es ser mujer y tener que soportar el acoso de hombres, ebrios o sobrios, que con toda la intención se sientan a su lado o fingen dormir para recargarse en ellas. Difícil es ser un adulto mayor y que nadie te ceda el lugar, aunque te vean luchar por no caerte cada que el conductor dobla intempestivamente.

Se complica lo anterior cuando recuerdas que tienes que caminar mucho más para subir al autobús de tu colonia porque los paraderos ya cambiaron de lugar. Esto, debido a un plan de movilidad urbana que surgió como consecuencia de una pandemia que ha causado demasiados estragos.

Qué difícil es recordar eso. Caminar más no es el problema mayor, los apuros radican en tener que recorrer varias cuadras con bolsas que cargar o cuando tienes abrazados a hijos pequeños. Más tedioso es el asunto cuando anochece y las calles de los nuevos paraderos se tornan oscuras y peligrosas.

¿Y qué haremos cuando caiga una tormenta en la ciudad? Creo que no hay de otra, habrá que caminar bajo la lluvia hasta llegar al nuevo paradero. La necesidad de volver a casa lo vale, sólo esperemos que el autobús no tarde tanto en llegar.

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