Los benditos videojuegos

Por Gerardo Novelo 

Es difícil no desensibilizarse ante los constantes tiroteos en Estados Unidos. Es irritante ver a la hegemonía mediática y política estadounidense lavarse las manos del discurso hiper-individualista, violento y xenofóbico que continuamente exponen y señalar a lo primero que se les ocurra.

Aparentemente, fueron los malditos videojuegos que radicalizaron al terrorista de El Paso. No las comunidades de ultraderecha en línea que tanto terrorismo doméstico crean. No la normalización de discursos tóxicos y misantrópicos que vienen desde la cabecera del Estado. No la cultura de individualismo y supremacía que ha sido parte de la cultura norteamericana desde su fundación. No, seguro fue de tanto Fornite.

Cada tantos años hay estos escándalos morales de que el entretenimiento esto y el entretenimiento aquello. Elvis Presley, Pokémon y Dungeons and Dragons todos fueron “del demonio”. El estrepitoso rock and roll violenta a los niños. Repite ad nauseum con lo que esté de moda que puedas señalar para distraer.

En Estados Unidos, Wal-Mart acaba de quitar pantallas con videojuegos violentos de sus tiendas. En Estados Unidos, Wal-Mart vende armas de fuego.

Occidente no tiene un problema de videojuegos. Tiene tres problemas en alineación: un problema de armas alimentado por cabildeo incesante, un problema de salud mental no tratada y el más importante: un problema cultural que está y siempre ha estado adherido a los cimientos del país. Una repugnante mirada hacia la agresión, la otredad y el individuo.

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