Los Erosa, ejemplo de disciplina y rectitud

El primero instala la primera planta de electricidad en su gestión de 1953 al 56 y a su hijo le inculca la cultura del trabajo, por lo que éste es rockero, pelotero, pero tiene que trabajar en una carnicería

Los Erosa son una de las familias más apreciadas en el Oriente del Estado. El  apellido tomó renombre a partir de la buena actuación  que el frente de la presidencia de Espita realizó Carlos Erosa Peniche en el trienio de 1953 a 1956.

En amena charla su hijo, el capitán Carlos Erosa Correa recordó como en su niñez, su padre le brindó una educación basada en el trabajo y la disciplina, pero sin que faltaran las oportunidades de disfrutar de los juegos con sus compañeritos de la época en las calles de la Atenas Yucateca de la década de los años cincuenta donde el béisbol y en particular la llegada de Leonel “el Coronel” Aldama para ser el instructor del equipo del pueblo son el origen de varias anécdotas.

Con respecto a su afición al béisbol, el capitán Erosa, destaca que en su infancia se integró el equipo Venados de Yucatán, donde participaba jugando en el campo de béisbol que se conocía como “Pimienta”, que era el único que existía.

—Un día nos enteramos que el coronel Aldama vendría a entrenar al equipo grande los sábados y los domingos y aprovechábamos para que entrene al equipo infantil —recordó el capitán, quien emocionado señaló que acudía a la estación del tren a esperar la llegada del coronel Aldama a quien acompañaba hasta el lugar en el que se hospedaría, el hotel de Prudencio, donde con emoción veía sus uniformes. En esos tiempos, no había más medio de transporte hacia Mérida y Tizimín que el ferrocarril.

Entonces, en Espita se carecía de energía eléctrica, y así fue hasta que Carlos Erosa padre como alcalde, llevó a la población la primera planta eléctrica que se encendía a las seis y media de la tarde o siete y justo antes de las once de la noche, se apagaba.

—Daban tres avisos para que la gente se preparara para ir a dormir o para que ponga sus velas —indicó el capitán Erosa quien habló con mucho cariño de su madre, María del Carmen Correa Osorio, por cierto originaria de Tizimín, y a sus hermanas María Teresa (q..e.p.d); Alma y Henry, de quienes guarda muy bellos recuerdos, al igual de sus amigos con los que jugaba kimbomba, trompo y pesca pesca, entre otros juegos infantiles.

En aquel grupo se encontraban José Ruy, Carlos Arcila, Mauricio Sahuí, padre del excandidato a la gubernatura, José María Lopez, Azael Novelo y Miguel Ceh, el hijo del Dr. Efraín Ceh.

Con estos dos últimos, años adelante formó parte de un grupo de rock que tocaba las canciones que escuchaban en los pocos discos que llegaban a Espita y que tocaban en casa del médico.

De esta etapa juvenil, el capitán señaló que hasta eran llamados para tocar en las fiestas de XV años que se celebraban en el local de la Sociedad Progreso y Recreo, donde actuaban sin cobrar un peso, porque consideraban que era un honor que les invitaran a presentar su talento en un evento tan especial.

Según relató el capitán, en esta época de su vida era un buen bailarín de modo que no podía faltar a los bailes que se realizaban en la Progreso y Recreo, pero su padre le daba el permiso con la condición de que a las cuatro de la mañana se levantara para estar en el mercado atendiendo la carnicería que tenía la familia.

—La educación que nos dio mi padre fue rígida, había disciplina y las órdenes que daba se tenían que cumplir, siempre nos enseñó la cultura del trabajo, teníamos un rancho que estaba pasando las rieles del tren, se llamaba San Francisco y tenía vacas lecheras y un huerto de naranjas de china —destacó el capitán Erosa, quien recordó que desde pequeño acompañaba a su padre a comprar ganado y luego aún siendo menor hacía solo esta labor, por lo que aprendió a calcular el peso y el precio del animal, además de aprender todo lo relacionado con la actividad de la carnicería.

Sin duda que toda esta formación fue de gran importancia para que en su momento el joven Carlos Erosa, decidiera aceptar la sugerencia de su padre para incorporarse al Colegio Militar, donde se preparó para servir a la Nación y cuyas vivencias ofrece contarnos en una próxima ocasión.

Texto: Manuel Pool Moguel

Fotos: Cortesía

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