Mascotas huérfanas de dueño por la pandemia

A causa de la pandemia los animales de compañía cuyos dueños deben permanecer hospitalizados o han fallecido, deben ser atendidos por otras personas y convivir con ellas,  de forma pasajera o definitivamente. Claves para el bienestar de perros y gatos domésticos que pierden a su acompañante humano.

Convivir con perros o gatos ayuda a pasar mejor estos tiempos de poca movilidad y distanciamiento social, derivados de los confinamientos y las cuarentenas a consecuencia de la pandemia. 

De hecho, la convivencia durante esta etapa ha reforzado este vínculo entre animales doméstico y seres humanos en un tercio de las familias consultadas para un estudio efectuado en abril de 2020 por la Fundación Affinity (FA) y la Cátedra “FA Animales y Salud” del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), en España.

“Está científicamente probado que la compañía de un animal mejora la calidad de vida de todo ser humano”, según Isabel Buil, directora de FA.

Esta compañía “mejora la longevidad, preserva el equilibrio físico y mental, facilita la recreación y reduce el estrés que sufrimos las personas. Y en esta situación tan extraordinaria, los datos y los testimonios vuelven a demostrar que su impacto en nuestras vidas es mucho más que hacernos compañía”, aseguró.

Desafortunadamente  -para los animales y para sus dueños- los efectos terapéuticos de esta compañía no son tan potentes como para evitar unas de las consecuencias más serias  de la emergencia sanitaria  por el covid-19: la hospitalización prolongada y, en algunos casos, el fallecimiento de las personas propietarias de la mascota, a causa de la enfermedad.

En esas circunstancias puede cambiar drásticamente la situación y la vida del perro o gato, cuyo propietario se encuentra hospitalizado o ha fallecido, teniendo que ser atendidos de forma pasajera o definitivamente por otras personas, a veces en convivencia, o haciéndose cargo del animal una organización especializada.

VÍCTIMAS COLATERALES DE LA PANDEMIA

El doctor en Medicina Veterinaria y etólogo Jaume Fatjó, que dirige la Cátedra ‘Fundación Affinity Animales y Salud’ en la UAB, explicó a Efe que no se puede dar una cuantificación respecto de los destinos que suelen correr con más frecuencia las mascotas cuando su dueño es hospitalizado o fallece.

“Cuando una persona es hospitalizada o muere la solución más inmediata es que un familiar u otro miembro de su red social se responsabilice del animal”, señaló.

“Si nadie cercano puede hacerse cargo del animal y  es factible hacer frente a una inversión, a veces se opta por una residencia para animales de compañía”, explicó.

“Si la persona que se queda al cargo del animal está en situación de vulnerabilidad deberían intervenir los servicios sociales de su zona, en coordinación con los servicios de protección animal”, puntualizó.

Fatjó señaló que, desafortunadamente, no existen todavía de forma generalizada protocolos estandarizados de intervención de los servicios sociales y de protección animal que permitan una respuesta coordinada entre los diferentes departamentos implicados: salud, bienestar social y protección animal.

A Fatjó (http://arsveterinaria.es/es/page/jaume-fatjo) le consta que en la ciudad de Barcelona (España) se ha puesto en marcha una iniciativa en este sentido, que está dando buen resultado, “aunque  es posible que haya iniciativas parecidas en otros lugares”.

“La pandemia de covid-19 ha agravado un problema que ya existía antes”, lamentó.

Por otra parte señaló que la desaparición física del dueño, así como la convivencia con otras personas y el cambio de casa, dueño y rutinas, “puede tener efectos físicos, emocionales y conductuales en los perros y gatos, ya sean situaciones transitorias o definitivas”.

SOLUCIONES Y OPCIONES

“Si bien no experimentan ni entienden la muerte como nosotros, los animales de compañía sufren también las consecuencias de perder a una persona con quien conviven, porque establecen vínculos emocionales muy fuertes con ellas”, señaló.

“Además de la pérdida de ese vínculo emocional, la pérdida de un miembro de la familia suele tener un impacto considerable en el día a día del perro o gato”, añadió.

“Tanto si hablamos de una pérdida en la familia, como del traslado a un nuevo hogar, el animal experimentará un estrés temporal hasta que consiga habituarse a su nueva realidad”, explicó este experto.

“La intensidad de esa reacción de estrés dependerá de muchos factores, como la magnitud del cambio y la capacidad de cada animal para resistir y adaptarse a un nuevo entorno”, aseguró.

Decidir qué se va a hacer con la mascota “huérfana” de dueño, o quién y cómo se va hacer cargo del animal, “son situaciones complicadas, pues deben tomarse en momentos ya de por sí muy difíciles para la familia, en el contexto de la pandemia”, según Fatjó.

Respecto del futuro bienestar de la mascota, señaló que, en general, si el animal se queda con un familiar o con un amigo, se aconseja tratar de mantener en la medida de lo posible las mismas rutinas y elementos del entorno habitual.

“Por ejemplo, hay que intentar mantener el mismo número de paseos, la misma alimentación, lugares de descanso y juguetes”, recomendó.

“Sea como fuere, siempre es recomendable consultar con el centro veterinario habitual del animal. Sus profesionales podrán asesorar a la familia o amigos de la persona hospitalizada o fallecida acerca de las distintas opciones disponibles para favorecer la adaptación de la mascota a un nuevo entorno físico y social”, concluyó Fatjó.

Texto y fotos: EFE

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