Maybe You’ve Been Brainwashed Too

Esta semana se cumplen 20 años del lanzamiento del primer y único disco de los New Radicals, Maybe You’ve Been Brainwashed Too. Tal vez no te suene el nombre del álbum ni el de la banda, pero seguramente alguna vez has escuchado su mayor éxito comercial: You Get What You Give, una de las canciones más icónicas de la escena pop de finales de los 90. Si bien los New Radicals suelen ser únicamente recordados por aquella memorable rola, en realidad pudieron ser –y son– mucho más que eso.

La revista Rolling Stone dijo alguna vez que Maybe You’ve Been Brainwashed Too “pudo haber sido el principio de un nuevo orden popero”. Si ello no ocurrió fue porque Gregg Alexander –el creador, cantante y genio creativo del proyecto– decidió disolver la agrupación en 1999, poco antes del lanzamiento de su segundo y último sencillo, Someday We’ll Know. Sin una banda activa que ameritara la promoción del reciente lanzamiento, este tuvo un éxito minúsculo en comparación a You Get What You Give.

Con solo un hit comercial, los New Radicals pasaron a la historia como un one-hit wonder. Un recorrido por su único álbum, sin embargo, es suficiente para percatarse que su potencial daba para mucho más.

Maybe You’ve Been Brainwashed Too no es de esos discos donde lo único que vale la pena son los sencillos y todo lo demás es relleno. En cada una de sus 12 pistas, los New Radicals demuestran una energía incomparable.

El sentimiento que inspira cada una de sus composiciones encuentra una increíble expresión en su instrumentación y, sobre todo, en los esfuerzos vocales de Gregg, quien no parece poner restricción alguna sobre su voz, consiguiendo una ejecución tremendamente expresiva y más que nada sincera: grita, balbucea, arrastra sus palabras; lo que lo comanda no es la excelencia técnica sino que la autenticidad de la emoción que comunica mediante su canto, ya sea esta la euforia de canciones como Mother We Just Can’t Get Enough, la melancolía de Crying Like A Church On Monday o la errática soltura de la pista epónima.

Si bien hay muchos otros aspectos del álbum que merecen elogio, me parece que es esa genuinidad la que lo hace tan especial, tan capaz de conectar con quien lo escucha y hacerlo sentir. Por eso, aunque no tenga un gran lugar en los anales de la música, estoy feliz de celebrar el vigésimo aniversario de Brainwashed y, aún más, de compartirlo contigo.

 

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