Columna | Me da rabia que se roben nuestro arte

Por Jhonny Eyder Euán

Cuando una nueva reflexión cae a tu mente , debes pensar muy bien si quieres compartirla en un lugar tan siniestro como las redes sociales. Unas palabras, vídeos o fotos pueden ser el fuego que amague con quemarte y condenarte a un desenlace atroz como perder la dignidad o tu empleo. Así ocurrió con la empleada de una aerolínea, quien sugirió lanzar una bomba sobre el Zócalo capitalino durante la ceremonia del Grito de Independencia.

Las redes sociales ya no son tan divertidas como antes, más si son usadas de forma irresponsable; y aunque las emplees con cordura, las opiniones que se emiten pueden ser un arma de doble filo.

Me pregunto qué habría pasado si otro tipo de publicaciones fuesen las que se difundieron masivamente, como, por ejemplo, la siguiente ficción basada en un hecho real:

La televisión era la voz más viva de la noche, por eso la encendía, para sentirme un poco acompañado al momento de cenar. Hablaba sin parar hasta que comentó algo que me alertó como el café a cualquier hora: México no pudo frenar una subasta de su arte en Francia.

Una casa de subastas se atrevió a vender más de 120 piezas de arte precolombino, de las cuales, la mayoría eran de nuestro patrimonio cultural. Así lo dijeron las autoridades mexicanas y yo les creo, por eso no entiendo el porqué se roban nuestras riquezas. Tampoco entiendo porque la gente que nos representa no se esfuerza en defender nuestra cultura; yo mismo hubiese viajado hasta Francia para impedir a la fuerza esa subasta de piezas que esos méndigos europeos se apropiaron.

Me da rabia que nos roben lo que nos pertenece. Por qué a nadie se le ocurrió detener a la fuerza a esos malditos que se creyeron muy poderosos y vendieron nuestro arte. Me enoja que se crean superiores solo por ser blancos, por tener dinero, o yo qué sé.

Más me indigna que regalemos nuestros tesoros, así a lo tonto. Esas piezas son parte de nuestra cultura, qué mierda hacen en Francia y por qué rayos las venden como panes o dulces. ¡Qué coraje! debimos ir armados hasta los pies y traerlas de vuelta.

Yo no soy nadie, pero quiero a mi país y me ofende que nos pisoteen y nos roben. El sueño ya se alejó de mí y solo tengo ganas de hacer justicia. ¡Créanme! armaré un escuadrón de patriotas para recuperar el tesoro de México. Seremos un grupo cuya misión será recuperar las piezas una por una, y así demostrarles a los franceses que nadie puede meterse con los mexicanos y mucho menos con su arte.

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