Memoria colectiva, memoria selectiva

En una efeméride  trágica -internacional, nacional o local- me pongo a pensar en cuán importante se vuelve para nosotros recordar lo que ocurre. No me refiero al ejercicio nostálgico de cada uno en su intimidad, sino al fenómeno social de tener y alimentar la memoria colectiva. Este proceso puede explicarse desde diferentes ámbitos; la reflexión comunicacional es la mirada que ofrezco a mis lectores.

Los recuerdos de todos (“2 de octubre no se olvida” “19 de septiembre, día del temblor”), indefectiblemente fueron hechos noticioso en su momento y se anclaron como fecha digna de recordarse por la naturaleza misma de ser sucesos fatídicos que se contaron públicamente o que muchos, muchos ciudadanos experimentamos en primera persona o por alguien conocido que lo vivió.

Pero lo fundamental para volverse efeméride, es la magnitud del suceso dado a conocer y que existió y existe un soporte tangible, aunque al poder político le resulte incómodo o impertinente. Es decir que las llamadas tragedias nacionales se visualizan, se construyen y se reiteran en las imágenes y mensajes televisivos, radiofónicos y la prensa, además de que actualmente existe el enorme aporte de lo que circula en redes sociales como infografías o hasta memes, esto último como pincelada típica de nuestro humor nacional, capaz de ver el lado amable y divertido a hechos lamentables.

Mientras escribo estas líneas, a mis espaldas, escucho que repiten la noticia de casi 300 cadáveres abandonados en dos tráileres en Jalisco. Y recuerdo vagamente que ya antes (2016) hubo decenas de muertos encontrados en un rancho de Tamaulipas, de esas personas no se dijo casi nada, se han ido identificando a lo largo de los años. En Veracruz, son miles los restos humanos en fosas clandestinas. En Oaxaca, Ciudad de México, Morelos, son cientos de personas damnificadas del temblor, son miles de niños sin aulas.

Resulta pues, que la constitución de una efeméride no sólo es cantidad de víctimas, o rareza del suceso, sino el correlato humano que avive nuestra empatía y necesidad de ponerle a un sitio especial en nuestros recuerdos comunes. Hay que rescatar el sentido humano de lo que se cuenta en los medios, recordar que las cifras mortales, por ejemplo, fueron personas amadas y que a alguien le importan, y cuando a nadie le importan, deberían importarnos a todos quienes miramos el hecho. Recordemos también que la variedad de miradas sobre ese mismo suceso, la enriquecerán las diversas formas de dar la noticia y las opiniones, sin ello, sería prácticamente unívoca la explicación de lo ocurrido.

La memoria colectiva de nuestra mexicanidad en el “Mes Patrio”, no sólo es cantar el Himno Nacional y enarbolar la bandera, sino recordar permanentemente la existencia de compatriotas que sufren. La historia patria no es un momento en el tiempo, sino un tiempo continuo en el que todos colaboramos y formamos parte.

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