Mérida una ciudad llena de flores

El gusto de los yucatecos por esos adornos naturales es evidente en sus calles casas y terrenos. “Ellas no existen para nosotros”, precisa el investigador Germán Carnevali Fernández-Concha, director del Herbolario del CICY. Los colores y la alegría que pueden proyectar son los motivos por los que me dedico a ellas, dice un floricultor aficionado.

“Luisita” escuchó en alguna ocasión que las flores de su jardín estaban marchitas durante el día porque en la noche acudían al palacio de verano del rey para bailar toda la noche. Los secretos que esconden las flores es la trama del cuento “La danza de las flores”, del danés Hans Christian Andersen.

Quizás en la imaginación de algunos las flores bailan o hablan entre sí, tal vez se transformen en mariposas. Sin embargo, no todas tienen pétalos coloridos ni fragancia. Científicamente, algunas no cumplen con los parámetros de belleza que suelen tenerse de ellas.

Cuentos, fantasías, aromas y colores aparte, el gusto de los yucatecos, y en especial de los meridanos, por las flores está fuera de duda, y eso es fácilmente comprobable paseando por la ciudad, en cuyas colonias, fraccionamientos y barrios puede disfrutarse una amplia variedad de flores, desde las más sencillas hasta las más complicadas, desde las que se dan en matorrales hasta las que engalanan las copas de altos árboles, y desde las que brotan de manera individual hasta las que forman grandes racimos o penachos que alegran la vista y tienden a levantar el ánimo.

Germán Carnevali Fernández-Concha, investigador titular de la Unidad de Recursos Naturales del Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán (CICY), explica en una entrevista que todas las plantas tienen flores, menos los helechos y sus afines.

Apunta que en la Península de Yucatán existen aproximadamente 2,240 plantas con flores, de las cuales no todas son grandes y vistosas. Ya en 2010 se publicó el “Listado florístico de la Península de Yucatán”.

El investigador dice que a menudo tiende a reducirse el universo del arquetipo de las flores como lo más bello de la naturaleza, y afirma que “no se ha terminado de contabilizar cuáles son nativas de la región, pues muchas fueron introducidas durante la colonización española”.

El también titular del Herbolario del CICY comenta que las únicas flores 100% nativas de la región son aquellas microscópicas que hace millones de años emergieron del mar junto con la Península, pues muchas de las que conocemos hoy día provienen de África y Asia, y llegaron mediante el Estrecho de Bering, así como de Sudamérica y el Caribe por los intercambios comerciales entre las civilizaciones precolombinas.

Los desplazamientos del hombre permitieron que varias plantas fueran llevadas de un lugar a otro y que también sean domesticados el maíz y la calabaza, para su consumo. “Los amerindios movían sus plantas por todo el continente”, menciona el entrevistado.

–La situación se complica con la llegada de Cristóbal Colón a la isla de La Española (Haití y República Dominicana). En los siguientes viajes, empiezan a introducir plantas europeas como el trigo y el garbanzo –abunda el doctor.

Un clima difícil

Muy pocas plantas traídas de Europa, Medio Oriente y Norte de África durante la colonización sobreviven al clima de México y en especial al de la Península de Yucatán.

–En Mérida hay menor diversidad de flores que en otras partes por estar en una zona muy seca y caliente. De por sí es un área con poca diversidad de plantas y muchas de ellas, de valor ornamental, vienen de lugares más o húmedos, que al llegar aquí difícilmente pueden reproducirse –comenta Carnevali Fernández-Concha.

El científico precisa que las flores tienen la función de hacer los sitios más frescos. “El follaje sobre el concreto absorbe los rayos del sol, entonces se percibe menos calor”, comenta.

La flor es el órgano sexual de la planta y ayuda en su reproducción. Para el ser humano no tiene ninguna función, señala el científico. “Como nos gustan, es que aprovechamos para cultivarlas. Ellas no existen para nosotros, no todo está centrado alrededor de nosotros”.

Instintivamente, abunda el entrevistado, el hombre tiene una fijación por las flores, porque huelen bien, son bonitas y permiten el desarrollo del gusto estético.

Hay quienes consideran que las flores impactan en el estado anímico de las personas, pues con éstas se puede expresar afecto, y para quienes las cuidan les sirve de terapia ocupacional.

Lugares de origen

En la charla con el reportero el Dr. Carnevali citó el origen de algunas de las flores más conocidas en Mérida.

* La buganvilia (Bougainvillea spectabilis) es una de las flores con mayor presencia en Mérida. Los colores morado o fucsia alegran calles o avenidas durante las tardes del verano. Su lugar de procedencia es el sur de Brasil.

* Del caballero de noche (Cestrum) existen dos tipos: el que huele de día y otro de noche. Proviene de Chile.

* De Colombia y Perú llegó la cuna de Moisés (Spathiphyllum), que suele verse en la decoración de los hogares, banquetes de fiestas o en la recepción de los hoteles.

* Aunque en la Península hay dos especies nativas de flor de mayo (Plumeria rubra), éstas se caracterizan por sus pétalos blancos y se cultivan poco. En cambio, las de colores (Plumeria obtusa) provienen de Guatemala, Honduras y Nicaragua.

* Con respecto a las rosas (Hibiscus rosa-sinensis), son originarias de China. En algunas regiones de Cuba se les conoce como “flor de beso”.

* El crisantemo (Chrysanthemum) es nativo de Asia y del noreste de Europa.

* Entre las flores procedentes de África se puede citar la adelfa (Nerium oleander), proveniente principalmente de la zona del Magreb; geranios (Pelargonium), de Sudáfrica, y kalanchoe (Blossfeldiana), de Madagascar.

Sembrando la esperanza

En las flores encontró más que un pasatiempo y la forma de eliminar el estrés: José Leonel Palma Dzib, de 37 años de edad, halló en esas plantas una manera diferente de admirar la vida y la naturaleza.

–Los colores y la alegría que pueden proyectar las flores en una casa son los motivos por los cuales me dedico al cuidado de ellas. Es una bonita sensación convivir con la naturaleza y tener un respeto mutuo –comenta el entrevistado, vecino del fraccionamiento Tixcacal-Opichén.

Recuerda que a los 18 años surgió su interés por las plantas, gusto que heredó de su mamá, doña Nelly Dzib López, quien siempre compraba plantas y se dedicaba a cultivarlas en el frente de su casa en Celestún.

Sin embargo, más que las plantas en sí, son las flores lo que más llama la atención de Palma Dzib, quien las describe como una maravilla por “su belleza, cómo crecen y florecen, para luego marchitarse” y concluir un ciclo, que vuelve a empezar.

En Mérida, reconoce, dedicarse a las flores requiere el doble de esfuerzo que en otras partes, sobre todo por las condiciones climáticas y fallas en el servicio de agua, pues en ocasiones algunas plantas no suelen adaptarse al suelo yucateco.

Su pasatiempo lo llevó a buscar conocimientos de manera empírica, a revisar libros de biología y escuchar los consejos de quienes saben sobre la materia.

–Te tiene que gustar. Son cinco horas durante cinco días a la semana que le dedico a mis plantas. Cuando una cosa te gusta, no importa el tiempo que le dedicas, me puedo pasar horas quitando la hierba, regando las flores, limpiando mis plantas, porque la belleza y sombra que dan es parte de la recompensa que se obtiene.

–Desde que siembras la semilla tienes la esperanza de que crecerá y florecerá –abunda Palma Dzib, quien es comerciante y padre de Jonathan y Yensi, y está casado con María Naal.

Ante los retos que implica la jardinería, menciona que los avances tecnológicos, como las tijeras y podadoras, ayudan mucho en esta labor. Sin embargo, no todas las personas están hechas para esto.

–Es cuestión de que a la persona le guste. Las plantas, al ser seres vivos, requieren de atención, cuidados, como la medida exacta de agua, para que crezcan bonitas –comenta el entrevistado, en cuyo jardín tiene una mata de naranja, buganvilias y vicarias, y cuyas flores favoritas son la vara de San José, las mañanitas y los tulipanes.– Irbin Flores Palomino

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