México de contrastes. México hambriento…

Por Miguel II Hernández

México es un país de contradicciones, donde lo mismo se exige seguridad que se critica que se dicten medidas para combatir la delincuencia, donde se anuncian programas para combatir la pobreza, pero se beneficia a quienes no lo son, o donde se habla de terminar con la corrupción, pero se ven los mismos nombres en el escenario (con diferente color de camiseta, pero con las mismas costumbres).

En ese México de contrastes muchos yucatecos dirán que somos la excepción, pero en realidad aquí no cantamos mal las rancheras. Hablamos de una entidad segura, pero donde los homicidios van al alza, donde los robos a casa habitación crecen y, en cuanto al bienestar social, tenemos pobreza, desempleo, depresión, falta de acceso a servicios de salud y descontrol en enfermedades endémicas, todo eso antes del COVID-19.

Pero en Yucatán no pasa nada. La administración estatal tiene las respuestas para esto: más préstamos, más impuestos y las recomendaciones para que todos se adecúen a la nueva normalidad. Es como si alguien les dijera a los ciudadanos que es tiempo de ahorrar, pensando en su futuro, pero sin tomar en consideración que no hay ingresos para ahorrar. Parece un chiste mal contado.

Y del otro lado tenemos la ironía, con mucha gente cuya principal preocupación es “¿cuándo levantarán la Ley Seca?” y no les ha importado pagar cantidades desproporcionadas con tal de tener la bebida alcohólica de su preferencia, aunque sea un brebaje adulterado o tengan que tomarse hasta el gel antibacterial, con trágicas consecuencias.

Si a este mosaico agregamos aspectos como la desnutrición, el cierre de fuentes de empleo, la depresión, los suicidios, rezago educativo, cancelación de programas de salud y de atención a grupos vulnerables, entonces tenemos un caldo de cultivo para inconformidad social cuyas consecuencias son imprevisibles.

Ya esa inconformidad social fue aprovechada en las elecciones de 2018, tanto a nivel nacional, donde arrasó Morena, como a nivel estatal donde ganó Mauricio Vila Dosal, pero en ninguno de los dos casos se ha podido recomponer el camino. Más que recurrir a discursos incendiarios o aprovecharse de la contingencia sanitaria, es necesario que las autoridades abran los ojos y vean que la pobreza ha aumentado y el desempleo ha crecido, como lo muestra la gran cantidad de vendedores en los cruceros de calles y avenidas a quienes casi, casi se les acusa de delincuentes por el mero hecho de estar ganándose así el sustento.

Es necesario darse cuenta que el habitante de las colonias de las ciudades no tiene trabajo, el pescador que no captura lo suficiente para sostener a su familia o el campesino que se rompe el lomo día a día esperando una raquítica cosecha, requiere de algún programa que les brinde los medios para continuar, no por un acto de relumbrón, con cámaras y todo, esos compatriotas mexicanos no quieren discursos o que les digan “que deben ahorrar”, necesitan acciones efectivas porque el estómago vacío no se llena con promesas y discursos.

Hasta la próxima…

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