Por Juan Esteban Méndez
Mae Govannen, estimados lectores. La semana pasada comencé esta primera parte sobre las razones del por qué de mi divorcio con Quentin Tarantino y finalizaba con la idea de que existen varias cosas que poco a poco han alejado a Quentin Tarantino de mi círculo más cercano de mis admiraciones platónicas de la cinematografía, es hora de finalizar este tortuoso camino y concluir con todo esto de una vez por todas:
Uno de los elementos principales que provocaron este distanciamiento relativo, no proviene directamente de Tarantino, irónicamente son sus fans los que iniciaron este contexto, muchos fans “from hell” del cineasta no pueden tolerar un comentario, crítica ya sea positiva o negativa, su filmografía es “intocable” y sinceramente no es cierto, en todo el mundo artístico cada una de las expresiones están abiertas a la libre interpretación del individuo y desde el momento en el cual una opinión no puede ser ni siquiera tomada en consideración allí es cuando sabemos que algo está mal y cuando no te sientes cómodo dentro del nicho de fans de Tarantino eventualmente tendrás que alejarte.
Segundo en principalmente la actitud que ha tomado Tarantino con respecto a su manifiesto cómo director y ha llegado a tomar una postura de “yo soy el que soy y no intentes cuestionarme” y no lo digo yo: vemos las diversas entrevistas que ha presentado el director y adopta una postura que pareciera ser que sus conceptos y sus argumentos están por encima de cualquier consumidor que no apela a su mismo lenguaje y eso no solamente se siente ególatra, si no que es categóricamente erróneo para con su quehacer fílmico y sí, es su obra y el es el autor y nadie debe cuestionar su discurso, pero una cosa muy diferente es debatir de manera constructiva y brindarnos una nueva visión para ver con otros ojos su filmografía y otra es decir “la tomas o la dejas” esta misma postura es la que tocan los fans y si son actitudes que te hacen levantar la ceja.
Muchas gracias por leer estimados lectores y nos vemos en otra ocasión.
