Mi semana santa interior

Jesucristo entró en Jerusalén, predicó, cenó con los apóstoles e instauró la eucaristía, fue traicionado, aprehendido, condenado a muerte, crucificado y al tercer día resucitó de entre los muertos. Estos son los acontecimientos, narrados en los evangelios, que se conmemoran durante la Semana Santa.

En todo este relato hay algunos momentos que son especialmente evocadores. Uno de ellos es el lavatorio de pies en el que, antes de la última cena, Jesús les lava los pies a los doce apóstoles en un acto de humildad. Otra escena de una gran carga emocional es cuando, ya clavado en la cruz, Jesús dice: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

HUMILDAD Y PERDÓN, SUS BENEFICIOS

La humildad y el perdón están muy presentes en varios pasajes de la Pasión de Cristo que estos días se rememoran. Pero también pueden estarlo en diversas situaciones de nuestro día a día.

“Vivir la vida desde la humildad y el perdón es una posibilidad que conlleva beneficios todos los días del año, no sólo en una determinada época, aunque es cierto que durante la Semana Santa a todo creyente le conecta con este tipo de valores o ideas”, expresó Inés Serrano Fernández, doctora en psicología, psicoterapeuta y profesora de la Universidad CEU San Pablo de Madrid (España).

Los expertos consideran que la humildad está configurada por cuatro componentes: apertura, olvido de uno mismo, una modesta valoración de la propia persona y una cierta tendencia a poner el foco en los demás.

“Además, existe evidencia de que estos componentes de la humildad predicen el perdón. Es decir, vivir la vida desde la humildad facilita que tenga lugar el perdón en situaciones en las que uno fue dañado y ha experimentado el deseo de liberarse del resentimiento”, comentó la doctora Serrano.

La psicóloga afirmó que, en términos generales, el perdón es recomendable. “En los últimos años se han documentado numerosos beneficios vinculados al perdón, tanto en el plano psicológico como incluso en el físico: incremento de la autoestima, disminución de la depresión y la ansiedad, disminución del nivel de colesterol, mejora del sistema inmune y disminución de la tensión”, detalló.

Serrano explicó que el perdón “ayuda a liberarse de la ira, el resentimiento, la amargura y la hostilidad, que son emociones negativas de difícil gestión y que producen desgaste. En este sentido, algunos consideran que el perdón es, en primer lugar, un regalo que uno se hace a sí mismo”.

No obstante, la experta aclaró que no se trata de una panacea sino de una opción, entre otras muchas posibles, que se puede elegir para afrontar el dolor que sobreviene tras una ofensa.

“Publicaciones recientes sugieren que debe ser tomado con precaución e, incluso, hablan del ‘lado oscuro’ del perdón para referirse a esas situaciones de abuso en las que el ofensor pide perdón sin acompañarlo de su propio proceso de arrepentimiento, propósito de mejora y acciones de reparación del daño cometido y en las que la víctima, que se encuentra en situación de fragilidad, accede”, detalló.

OLVIDA Y PERDONAR TAMBIÉN CUENTA LA RELIGIÓN

Serrano aclaró que en estos casos no hay un auténtico perdón “pues se convierte en un elemento que no hace sino perpetuar la posición de poder del agresor sobre su víctima”.

Por otro lado, algunas personas consideran que hay ofensas que son imperdonables. En este sentido, la doctora Serrano precisó que las ofensas más difíciles de perdonar son aquellas que provocan daños irreversibles.

Además, la psicóloga explicó que la capacidad o dificultad para olvidar y dejar el rencor es diferente en función de la persona, pero también en función de la religión.

“En el judaísmo es frecuente que se considere que algunas ofensas no son perdonables, mientras que en el catolicismo hay numerosas evidencias que sugieren que todo ha de ser perdonado”, manifestó.

La profesora puso como ejemplo un pasaje del evangelio de Mateo en el que Pedro le pregunta a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?”. A esto, Jesús le responde: “No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete”.

La Semana Santa también es un momento en el que se revive el luto por la muerte de Jesús, algo que más tarde o más temprano a todos nos toca vivir en nuestro entorno cercano.

“Igual que perdonar es un proceso, el duelo también lo es”, subrayó Serrano. La psicóloga señaló que afrontar una pérdida significativa implica una reorganización vital que, en ocasiones, llega a abarcar todas las áreas de la vida.

“En primer lugar, hace falta ir aceptando la realidad de la pérdida. La persona ya no está y hay innumerables situaciones del día a día que así me lo hacen saber. Después, es beneficioso poder ir experimentando y compartiendo las emociones asociadas a la pérdida: tristeza, rabia, etc.”.

La experta prosigue: “Más tarde, se va haciendo necesario adaptarse a la nueva realidad en la que está ausente el fallecido, con todos los cambios que ello implica, como tal vez cambiar las costumbres, las tareas diarias o incluso un nuevo domicilio. Finalmente, habrá que recolocar emocionalmente al fallecido. El vínculo con esa persona ahora es interno y pasa a estar disponible una energía emocional que hay que reinvertir”.

Por último, en Semana Santa se celebra la resurrección, un concepto que podemos aplicar a nuestra vida si lo entendemos en el sentido de empezar de nuevo.

“Desde este planteamiento, la resurrección se podría considerar como presente allá donde se mire: a través de las diferentes etapas del desarrollo de la vida de toda persona, en cada aprendizaje, en cada comportamiento o hábito que se logra dejar atrás porque no contribuye a llevar a cabo una vida sana y equilibrada”, afirmó la psicóloga.

“Se podría decir que renacen relaciones de pareja o de amistad que estaban desvitalizadas; que profesionalmente se puede renacer; que interiormente uno puede sentir que renace su esperanza cada día… Si se cree que la resurrección o el renacimiento es una posibilidad, entonces las oportunidades de que efectivamente ocurra comienzan a aparecer y a multiplicarse. Es una cuestión de fe”, concluyó.

Texto y fotos: EFE

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