Misión imposible: El dilema del tranvía

Por Marcial Méndez*
alexmendez2903_s14@hotmail.com

* Estudiante de Diseño Multimedia, posmoderno y fanático del vaporwave. Dicen que es más formal de lo que su foto indica. Sí tiene novia.

Para quien no lo conozca, el dilema del tranvía es un problema ético que va más o menos así:

Un tranvía corre fuera de control. En su camino se encuentran cinco personas atadas a sus rieles. Afortunadamente, usted tiene a su alcance una palanca que, de ser accionada, puede redirigir el vehículo a una vía secundaria.

Desafortunadamente, también hay una persona atada a esa vía. ¿Deberías accionar la palanca?

El problema anterior busca representar dos posturas éticas distintas: la deontología, que postula que nuestro actuar debe regirse por leyes absolutas (jamás atentar contra una vida, por ejemplo), y el utilitarismo, que afirma que siempre hay que priorizar el bien mayor (salvar a la mayoría, en este caso).

En la más reciente entrega de Misión Imposible, Ethan Hunt (Tom Cruise) se enfrenta a un dilema similar: es forzado a decidir entre salvar a uno de sus compañeros o evitar que tres núcleos de plutonio caigan en manos de un grupo extremista que con ellos pretenden provocar una catástrofe mundial. Hunt opta por rescatar a su amigo, poniendo en peligro a millones de personas. Por suerte, el agente eventualmente recupera los núcleos de plutonio y salva el día (perdón por el spoiler).

Su curso de acción es éticamente impecable: de haberse tratado del dilema del tranvía, Hunt hubiera rescatado a todos. Claro está, eso solo ocurre en Misión Imposible. Para nosotros mortales, la solución del filme es meramente un recordatorio de que el bien absoluto es lo más deseable, aunque no siempre esté a nuestro alcance. Únicamente Hunt puede hacer lo imposible; para nosotros, la solución a los dilemas éticos más importantes rara vez es clara. Solo podemos aspirar a lo mejor.

¿Deberíamos accionar la palanca?

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