¡No tocar, no besar…no abrazar!

Por: Mario Barghomz

En mis clases de filosofía de vida, desarrollo, orientación y recuperación, siempre hago encomio en lo importante que es abrazar, besar y tocar a la persona amada por todo lo que implica el contacto humano desde la química de nuestro organismo, que en cada abrazo, beso y contacto físico produce las hormonas oxitocina, dopamina, endorfinas, serotonina; neurotransmisores que viajan a través de nuestro torrente sanguíneo, conectando a nuestro sistema nervioso central vía médula espinal y su red periférica, con cada uno de los órganos de nuestro sistema endocrino.
Desde la bioquímica, estas cuatro hormonas están consideradas, haciendo valer el eufemismo, como las hormonas del bienestar y la felicidad ya que se producen para guardar y conservar el equilibrio de la persona, su gozo, satisfacción y fortaleza de su sistema inmunológico. Son hormonas que nutren nuestro buen estado de ánimo manteniendo, además, nuestra empatía con el entorno, nosotros mismos y los demás.

Si alguien está deprimido o yace enfermo, en parte es precisamente porque su cuerpo no está generando lo suficiente o indispensable de estas cuatro hormonas, que además de nuestra buena relación con el prójimo, las produce el sano alimento, el ejercicio y el buen descanso. El cuerpo es sabio mientras mantenga en equilibrio y armonía el balance de sus necesidades básicas, e inútil si éstas no se le proporcionan desde nuestra inteligencia y conocimiento.

La mayoría de las veces en la existencia de nuestra tarea humana por la sobrevivencia, dependerá de nosotros mismos que nuestro cuerpo se enferme o se mantenga sano. El mismo temperamento y la falta de carácter que se refiere a nuestra fortaleza y templanza para controlar nuestras emociones (enojo, ira, miedo, frustración, decepción, discusiones inútiles, queja…) es suficiente a veces para limitar las defensas orgánicas de nuestro sistema inmunológico y caer inmediatamente enfermos. De esa manera muchos son candidatos suficientes para el cáncer, la diabetes, el Alzheimer, problemas coronarios o cardiovasculares.

La intención de esta reflexión es pensar en que la lógica de este conocimiento hoy nos impide mirarlo de tal modo, entendiendo que nuestro organismo mantendrá su salud haciendo todo lo contrario (como instrucción temporal: no besar, no abrazar, no tocar…) a lo que hasta hoy ha descubierto la ciencia médica en estudios e investigaciones de última generación sobre nuestras células. Se llama paradoja filosófica y médica, definida también en la máxima: “costo-beneficio”.

No abrazar, no besar, no tocar, sino mantener distancia entre todos y cada uno de nosotros, tanto en la calle, en un ejercicio de pago, de venta o compra, o en el trabajo cualquiera que éste sea, resulta ser hoy la premisa dispensada por la OMS para combatir o impedir esta epidemia mundial COVID-19 que hoy afecta la salud de la humanidad. “Mantener una sana distancia”, dice el eslogan de la atención publicitaria.

Distancia es igual al espacio necesario entre una cosa y otra para que la cosa misma se mantenga como lo que es. En este caso hablamos de la vida humana y el espacio necesario que debe haber entre una persona y otra. La costumbre misma de hacer las cosas como siempre (abrazos, besos, reuniones, fiestas, eventos, clases escolares, etc.) debe postergarse abriendo un espacio hacia tiempos mejores; se trata de un tiempo cronológico para protegernos.

Si observamos, dentro de nuestro mismo organismo hay una “sana distancia” entre un órgano y otro. Cada uno ubicado en una determinada área del cuerpo. Y aun así, cada uno ubicado también dentro de su propio sistema.

Lo mismo sabemos, desde la ciencia astronómica, de nuestro sistema solar y, en concreto, de nuestro planeta tierra, ubicado a una distancia tanto del sol como de la luna (y naturalmente de los demás planetas) que hace posible nuestra vida. De otro modo, sin esa adecuada distancia: no existiríamos. ¡No habría posibilidad de vida!

Bajo esta premisa de sobrevivencia a partir de la distancia, mantengamos hoy también nosotros nuestra vida. ¡Sana distancia para todos!

 

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