Parir la paridad

Para saber cuán larga es la distancia que existe entre la realidad y las leyes, es indispensable levantarse de la silla e ir a observar y contrastar con nuestros propios ojos; sólo entonces se puede opinar. En el proceso electoral que ahora vivimos, el más grande de nuestra historia, se pone a prueba en su totalidad lo que estipula la Ley General de Instituciones y Procedimientos electorales (Legipe) promulgada en 2014, entre otras cosas, acerca de la paridad de candidaturas.

Paridad, una por uno, indefectiblemente, de forma horizontal y vertical al integrar los grupos de regidores, de tal suerte que en Yucatán con 106 municipios, en 53 de ellos los partidos políticos postulan una mujer para que llegue a ser alcaldesa acompañada de un varón como síndico (segundo lugar de prelación) y el resto de regidores, tantos como la Ley electoral estatal lo estableciera según su población y con el criterio de que en cada caso, los suplentes contemplados sean del género del propietario para que el principio de paridad no se altere.

En la capital de nuestro estado –Mérida es el único municipio que contempla un cabildo de 19 regidores–, tenemos muy en claro que una mujer cuenta de sobra con talento para ser alcaldesa; sin embargo, hay municipios del interior de Yucatán que apenas en este proceso podrían conquistar un cabildo encabezado por una mujer, ¿cómo están lidiando con esa circunstancia? Mucho se cuestionó que los partidos no respetarían la paridad de candidaturas, pero una vez cumplido el requisito numérico, la pregunta es, ¿existen condiciones reales para que una mujer lo logre?

Me fui a Muxupip, uno de esos municipios en los que la paridad está generando más candidaturas femeninas que masculinas (de 5 fórmulas, tres postulan una mujer) pero ahí la desventaja tiene otras facetas: actualmente, el partido en el gobierno municipal postula a un varón y ha colocado muchísima más propaganda y existen testimonios de que alguien ha destruido mantas de una candidata con quien conversé. Me llamó la atención este caso porque la candidata es madre de dos hijos pequeños, maestra de educación preescolar y militante fiel de su partido desde que era adolescente. Su candidatura le ha costado constancia y recursos propios como la gasolina del coche que utiliza para recorrer sus dos comisarías.

Me permitió entrar a su casa y me dijo “de mi partido he recibido todo el apoyo y la oportunidad, pero es muy difícil competir contra el candidato del partido en el poder”. Mientras platicábamos, su hijo mayor –tiene seis años– intervino y nos contó cómo se reproducen los peces, y luego su papá le pidió que se porte bien. Entonces, la candidata sonriente explicó “tengo siempre la ayuda de mi esposo y del resto de la familia que me cuidan a los niños”.

En el mundo de la política, a las mujeres que se atreven a intentarlo les expreso todo mi respeto y admiración porque esto de la paridad es todo un parto, y como tal, no sólo la mujer está involucrada. A los candidatos y a las candidatas, en particular, hay que apreciarles: respetar las mantas y volantes con su imagen, y respetar al hogar que atienden con tanto esfuerzo en una localidad como Muxupip, un municipio de menos de 5 mil habitantes. Pero no hay municipios pequeños si de hacer historia se trata.

Por Carmen Garay.
Maestra de periodismo, con una visión clara y congruente de la actualidad y de los problemas que aquejan a nuestra sociedad.

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