Perro guardián, no perro faldero

Por Carlos Hornelas 

La semana pasada, a propósito de la conferencia de prensa organizada para explicar a fondo el operativo de Culiacán, algunos reporteros se mostraron impacientes con las medias respuestas del presidente, al grado tal que le interrumpían y le alzaban la voz. Por primera vez, Andrés Manuel no lució cómodo en el estrado. De hecho, para cerrar utilizó una frase de Gustavo A. Madero con relación a la prensa de aquel entonces: “le muerden la mano a quien les quitó el bozal”.

Ilustró a los presentes con su erudición histórica al recordarles que, tras estar sometida y ser rastrera durante el porfiriato, la prensa arremetió contra Madero. “eso no se lo perdonaron nunca. Por eso se ensañaron con él, primero en Gustavo Madero y luego en su hermano. Yo no quiero que nunca jamás vuelva a suceder eso. Esa es de las historias más vergonzosas del periodismo y la política en México” aseveró. Posteriormente, rememoró, vino el golpe de estado del traidor Huerta.

No sabíamos todavía si buscaba presentar las dos cosas como relacionadas o sugerir que una es consecuencia de la otra, sin embargo, el domingo pasado denunció a través de su twitter que no existían las condiciones para un golpe de Estado en México. Lo cual haría parecer, de acuerdo con su peculiar narrativa, que la prensa podría ser un verdadero poder en sí mismo superior al del ejército, o confabulado en éste, que estaría preparando un golpe de estado para derrocar a alguien que se compara con el llamado apóstol de la democracia, Madero, e imponer un gobierno conservador en un tiempo determinado.

Como dicen, la mejor defensa es el ataque. La estrategia de victimización del presidente que ve en los bots de twitter huestes de Atila que vienen tras él, denota su desprecio al derecho a la información que tenemos los ciudadanos.

Si la prensa lo cuestiona no es algo personal. Tiene que entender que precisamente la labor de la prensa es cuestionar al poder, hacer las preguntas incómodas. Gracias a que la prensa fue lo suficientemente incisiva pudo dar cuenta en su momento de la Casa Blanca de Peña Nieto, de Tlatlaya, Ayotzinapa u otros muchos eventos que seguramente no se hubieran ventilado por voluntad de quienes estaban a cargo del gobierno en ese entonces. No queremos verdades históricas sino realidades.

El presidente quiere ocupar toda la escena y ser el único protagonista, la única fuente, la única interpretación. El pasado 26 de octubre, durante una gira por Sonora la camioneta que transportaba a los reporteros que cubrían sus actividades, se volcó en el kilómetro 189 + 700 hacia Guaymas. Aunque la presidencia ofrece medios de transporte para seguir las actividades del presidente, Andrés Manuel, con la sensibilidad que le caracteriza hacia este gremio les recomendó “no arriesgarse”, “que se queden en la Ciudad de México y asistan a las mañaneras para que no les pase nada” les aconsejó. “Que usen corresponsales”. Es decir, que renuncien a la propia interpretación de los acontecimientos y desistan de presentar otras lecturas alternativas a “su realidad”.

En inglés, a aquellos que realizan un monitoreo exhaustivo de la información y su veracidad les llaman “Watchdogs” que en español sería algo así como “perros guardianes”. Pues si bien, como dice el presidente ya le quitaron el bozal al perro, cuando menos que se erija en perro guardián y no perro faldero.

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