Mediciones del Grupo de Investigación en Química Analítica y Ambiental de la Uady destacaron que en el transcurso del ayer, se rebasaron los niveles permitidos por la Organización Mundial de la Salud para las concentraciones del micro material particulado que forma el llamado Polvo del Desierto del Sahara, que es catalogado como un contaminante atmosférico de alto riesgo para los humanos.
De acuerdo a un informe que se dio a conocer a las diez de la mañana, en la capital yucateca se reportaba que el volumen de partículas de tamaño menor a diez micrómetros, para darse idea e su tamaño, es más o menos una quinta parte del grosor de un cabello, era de 223.4 cuando el límite es de 50, mientras que para las de un tamaño es inferior a 2.5 micrómetros, el registro era de 90 .5, cuando el limite es de 25.
Y aunque la Uady, destacó que por el momento no hay estudios locales que demuestren un daño a la salud, a nivel Internacional hay investigaciones que asocian a esta arena con enfermedades cardiovasculares y gastrointestinales. Lo cierto es que por su tamaño estas partículas pueden ingresar al organismo humano por la nariz y llegar a los pulmones; y en el caso de las de tamaño es inferior a 2.5 micrómetros (PM2.5), inclusive pueden llegar hasta el torrente sanguíneo.
Al respecto el comunicador Bernardo Caamal Itzá, habló de los efectos que el “Chaknikeenka’an”, como se le conoce a este fenómeno en las comunidades mayas, ocasiona en el crecimiento y desarrollo de plantaciones de sandía, melón y pepino en cuyas hojas produce la aparición de hongos.
—Cuando era chamaco, en estos tiempos veíamos un cielo semi rojizo, rosado que le llamábamos ‘Chaknikeenka’an’, entonces mi abuelita en maya nos decía: ‘no se queden afuera, nos obligaban a bañarnos temprano y a entrar a la casa porque la abuela decía que si nos quedamos mucho tiempo afuera nos podíamos enfermar’ —recordó.
Texto y foto: Manuel Pool
