¿Por qué perdió México contra Estados Unidos en 1847? (segunda parte)

Especialistas hablan acerca de la pérdida de territorio mexicano en manos de los vecinos del país del norte, y del divisionismo que existía en la nación en aquella época.

DIVIDE Y VENCERÁS

A 173 años, y a más de dos semanas de la conmemoración de la gesta de los Niños Héroes en Chapultepec en 1847, queda claro que en Estados Unidos ya se cocían habas por crecer a lo grande desde aquel tiempo. También no debe perderse de vista que no hay refrán perdido y mucho el que aparece arriba aplicado a este triste episodio de la historia nacional.   

De acuerdo con el historiador José Antonio Crespo Mendoza, los chicos de las barras y las estrellas intentaron empezar a saciar sus afanes de conquista con grandes regiones del norte, en aquel entonces dominadas por Inglaterra.

Sin embargo, aquello no acabó tan bien si se recuerda que los ingleses se las cobraron llegando hasta Washington, la gloriosa capital, para quemar, hasta las cenizas, numerosos edificios públicos, incluidos los del Tesoro y la mismísima Casa Blanca.

“A nuestros vecinos les quedó clara la lección de no meterse con uno de su tamaño, y menos aún con uno más grande. Si habían de arrancar territorio a otro país, tendrán que hacerlo a uno más débil”, apunta Crespo Mendoza.

Por supuesto, el más débil estaba al sur y vivía envuelto en una desorganización permanente como bien recuerda el doctor Felipe Couoh Jiménez, especialista en historia y reconocido catedrático de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), quien además confirmó el gran divisionismo que existía en la todavía reciente nación independiente de México.

“Los intereses no convergieron […] el divorcio y la separación (por parte de las facciones políticas) estaban en el cómo generar bienestar […]. Esto hizo que se originara un debilitamiento de carácter político e inclusive militar. La división más fuerte radicó en este aspecto: no se conciliaron los intereses y los puntos de vista dentro de la pujante nación”, asegura Couoh Jiménez.

EL ÚNICO DEFECTO DE XALAPA

Las hostilidades entre México y Estados Unidos fueron creciendo y el primer pretexto fue el gran territorio de Texas en 1835. 

En ese sentido, debe recordarse que Lorenzo de Zavala –yucateco por cierto– exhortó a los colonos texanos, federalistas a ultranza, a separarse de México tras la promulgación, en 1835, de una nueva Constitución que obligaba al país a adoptar al centralismo como forma de organización política y territorial.

El resultado es de sobra conocido: contra toda lógica –explica el historiador José Antonio Crespo– el ya entonces dictador Antonio López de Santa Anna encabeza la invasión a Texas. Tiene algunas victorias, como el cruento y vergonzoso episodio del fuerte El Álamo, pero al final el Ejército Mexicano es sorprendido mientras dormía por las fuerzas texanas, apoyadas –faltaba más– por líderes de los Estados Unidos.

Capturado poco después, López de Santa Anna acepta y firma la independencia de Texas, la cual rechazará, no obstante, cuando es forzado a entrevistarse con el presidente Andrew Jackson. Éste le ofrece dinero por Texas para saldar cuentas, pero Santa Anna rechaza la oferta y regresa. México no reconocerá la independencia de la nueva república texana, la cual terminará por anexarse a los norteamericanos en 1845.

Lo ocurrido en Texas con Santa Anna, revela en buena medida la personalidad de quien bien pudiera ser calificado como el gran villano de la historia de México. ¿Estábamos organizados? ¿Era México superior militarmente a los Estados Unidos? Evidentemente no.

Pese a todo esto, es posible sostener que no éramos tan malos. La historia de aquellos días demuestra, en palabras del historiador Felipe Couoh, que “siempre en todos los momentos de crisis, en todos los momentos de coyuntura, hay mexicanos excelentes, patriotas y amantes de la libertad”.

No obstante, y ya de vuelta al dictador oriundo de Xalapa, Veracruz, queda claro que, a pesar de contar con grandes compatriotas, poco puede hacerse ante la ineptitud y el protagonismo, pero sobre todo ante la traición.

¿Por qué perdimos ante Estados Unidos? La respuesta está en la desunión de México, pero también en la nefasta figura de Antonio López de Santa Anna.

Texto: Alejandro Fitzmaurice

Foto: Cortesía

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