Por Gabriel Ortiz
El cambio en el deporte es constante y sin embargo es una de las cosas que más preocupación e incertidumbre genera en todo el sistema; deportistas, patrocinadores, directivos, prensa, afición…
Nos preocupa que cambien los jugadores de un equipo, que cambien las reglas, que cambien los tiempos. Deseamos nuevas emociones, ídolos, y proesas; pero añoramos a las viejas leyendas, las formas tradicionales y no aceptamos que se altere o se modifique el status quo de las cosas. Siempre existirá resistencia al cambio y siempre llegarán los cambios que mantienen la rueda girando, el mundo andando.
El punto es que los playoffs de la NFL nos han regalado encuentros interesantes y parece que aún está por venir lo mejor. Como si fuera escrito por guionistas de alguna producción cinematográfica, las finales de conferencia enfrentarán en el emparrillado a dos jóvenes promesas del deporte ante dos experimentados mariscales, cumpliendo la más exigente de todas las demandas de la afición, el choque entre el presente prometedor y el pasado glorioso. Particularmente llama la atención entre el más grande de todos los tiempos, Tom Brady, y el que algunos apuntan como su más seguro sucesor, Pat Mahomes.
Es lo que deseábamos, lo que más morbo nos produce y sin duda la prueba más clara de que el tiempo no se detiene y que el cambio generacional es ya una realidad en la NFL. Este fin de semana puede ser la oportunidad para que una gran leyenda se haga aun más grande y para que un diamante en bruto se muestre como la nueva joya que tanto esperamos.
