Vida sindical en el Progreso de antaño

El 27 de abril de 1911 se constituye el Gremio Unido de Marítimos de Progreso, que tuvo su origen en un hecho que causó indignación

El sábado pasado se celebró el Día Internacional del Trabajo y en Yucatán, sin duda alguna, el puerto de Progreso se distingue por la intensa vida sindical que en torno a sus muelles (y bodegas principalmente) se desarrolló especialmente en las primeras décadas del siglo pasado.

Al respecto, el doctor Alberto Euán Kantún amablemente nos recuerda que fue el 27 de abril de 1911, hace 110 años, que se constituyó el “Gremio Unido de Marítimos de Progreso”, que tuvo su origen en un hecho que causó indignación.

Era el mes de octubre de 1910 cuando un grupo de trabajadores marítimos descargaba el vapor norteamericano “Monterrey”, que estaba fondeado a cinco millas, cuando el capitán ordenó levar anclas con la excusa de tener vientos de un norte, y se dirigió a Cuba llevando a los trabajadores, los cuales se oponían al viaje.

Durante la travesía, los trabajadores fueron humillados y recibieron pésima alimentación, y al llegar a la isla fueron atendidos por el sindicalismo de Cuba que, para esas fechas, se encontraba muy adelantado, por lo que, al retornar a Progreso, formaron su sindicato para mantenerse unidos y defender sus intereses ante las dependencias para las que laboraban y que se oponían a toda pretensión por parte de los trabajadores.

Al respecto, el siempre recordado don Romero Frías Bobadilla, en su obra “En el Cráter Porteño”, recuerda que en aquellos tiempos en los que no había maquinaria, los miembros del Sindicato de Estibadores y Cargadores Piedad Luna, como si se tratara de cirqueros, sobre sus hombros manejaban la carga que entraba y salía por Progreso cargando furgones de ferrocarril o camiones y estibando mercancías en las Bodegas.

Entre estos trabajadores se recuerda a don Lucio Martínez, que era un hombre ya grande de edad y que tenía por lo menos 150 kg de peso y así subía a los furgones por medio de una tabla cargando al hombro uno o dos sacos de maíz frijol o algún otro producto en grano.

De la misma manera trabajadoras de Chicxulub a Chelem desde la madrugada descargaban los buques de la llamada “Flota mosquito” por medio de chalanes, siendo lo más difícil bajar la carga pesada del chalán en la playa, para lo cual se tenían que meter al agua que les llegaba hasta el pecho y descargar para llevar al hombro sacos, cajas y demás bultos hasta los camiones que esperaban en la misma playa.

Quienes vivieron en la época de oro de los muelles de madera, como don Romeo, recuerdan que había gente para todos los mecánicos para reparar una avería en el barco o en las viejas grúas al igual que maniobras para descargar en los mismos atracaderos, además de vendedores de churros, empanadas y refrescos.

Entre las actividades que a diario se realizaban en dicho lugar era muy interesante ver el trabajo de los buzos que se arrojaban al mar detrás de un bulto para sacarlo de inmediato y entregarlo a los checadores o a los representantes de las empresas para que les den de baja como mercancía averiada e inclusive ayudaban a rescatar a algún trabajador que hubiera caído al agua, pero también apoyaban a poner a flote pequeños barcos que se hundían, lo mismo que les hacían pequeñas reparaciones.

Si hablamos de aquellas asambleas magnas que se celebraban los días 1 de mayo, los líderes obreros hacían retumbar el teatro Variedades, donde don Romeo recordaba las intervenciones de Clemente Vázquez o Chano Glori, que en sus discursos hacían alusión a la economía nacional y los salarios.

En estas asambleas, manifestación o desfile, no faltaba una mujer llamada Julia Lorenzana a quien llamaban a “Hermosa Obrera”, que estaba lista para engrosar la reunión y hacer uso de la palabra y dar sus opiniones, esto a pesar de que no formaba parte de ninguna agrupación sindical, pero siempre estaba en primera fila para abordar temas obreros o políticos.

Texto y fotos: Manuel Pool / Cortesía

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