Protección ejecutiva con visión renovada

Yoisi Moguel
yoisimoguel@hotmail.com

Ante un incremento del 929 por ciento en asesinatos de funcionarios y directivos en México en los últimos años, el sistema tradicional y reactivo de protección ejecutiva no está dando buenos resultados y urge implementar una nueva doctrina que permita salvaguardar su seguridad, especialmente ante los altos índices de violencia.

Con una visión más acorde a la actualidad Iván Ivanovich en su libro “Protección Ejecutiva en el Siglo XXI. La Nueva Doctrina”, sostiene que una nueva doctrina en protección debe enfocarse justamente en evitarlos, de tal suerte que la filosofía reactiva resulta totalmente inadecuada para la actual Protección Ejecutiva.

Este libro presenta una nueva forma de entender y practicar la protección ejecutiva, mostrando métodos concretos y prácticos que pueden ser aplicados de manera inmediata en cualquier forma y tamaño de operación.

Hace notar que la protección ejecutiva no ha evolucionado conceptualmente en casi setenta años, se está volviendo obsoleta en un mundo digital donde reinan las redes sociales y se están gestando los cambios profundos en la forma de pensar y de actuar de las personas. Esta actividad requiere un nuevo molde y una nueva estructura.

En este sentido, destaca que los exmilitares tuvieron una gran influencia sobre el desarrollo de la seguridad privada en el siglo XX y por ende en la protección ejecutiva, ya que eran importantes no solo las instalaciones industriales, sino también las personas que las dirigían.

En países como México, la seguridad de los presidentes fue conferida también a los cuerpos militares. Aunque existía cierta influencia de las tácticas policiacas, la mayor influencia sobre la formación de la doctrina de protección a personas indudablemente recaía en los militares.

Ahora se pretende evitar la doctrina militar en la protección ejecutiva, porque estaba mayormente enfocada a reaccionar ante un ataque, debido a que el uso de armas de fuego, maniobras de vehículos y otras acciones, que se ven bien en una película, son poco viables en situaciones reales.

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