Reconocimiento a papás ejemplares

Barrera Baqueiro crea un manual para que sus hijos administren un rancho; Flores inventa el pelador de naranjas y Rosado Espínola investiga sobre la historia de la aviación

Desde el año de 1910 en Washington inició la tradición de Celebrar el Día del Padre, y en esta ocasión tan especial vale la pena recordar a varios padres de familia yucatecos que dejaron una huella imborrable y que fueron ejemplo a seguir para sus hijos, nietos y demás descendencia, quienes seguramente tienen en este día un pensamiento para ellos.

Iniciamos esta edición especial de Familias Yucatecas, recordando a Armando Manuel Barrera Baqueiro, padre del abogado Carlos Barrera Jure, quien en una de sus obras, lo recuerda como un hombre alegre y trabajador, y quien al fallecer su padre, José del Carmen Barrera Lara, se encargó de sacar adelante a sus hermanos por supuesto con el apoyo de su madre, María Concepción Baqueiro.

Armando fue contador de profesión y trabajó muchos años en la industria del henequén, y más adelante, en sociedad con Javier Zavala Díaz, adquirió un rancho por el rumbo de Sucilá, en el que se vivieron muchas buenas historias familiares. De esta etapa hay que destacar que preocupado porque sus hijos aprendieran la administración de un rancho, se preocupó por dejarles un manual, que él mismo escribió a máquina, y en el que ofrece valiosos conocimientos que a la fecha siguen vigentes.

Si algo hay que destacar de Armando  es que siempre se preocupó por mantener unida a la familia, y como lo hacía en su momento su madre, por muchos años se encargaba de organizar las reuniones de Navidad, donde se cuidaba mucho de que se respirara un ambiente de respeto.

Y si de padres ingeniosos y amorosos hablamos, no puede faltar don Rubén Flores a quien se le recuerda por ser el inventor de la famosa máquina para pelar naranjas.

Su hijo, el ingeniero en tránsito René Flores Ayora, recordó que desde pequeño su papá siempre fue muy trabajador, y el amor por el deporte también fue una de sus enseñanzas, ya que llegó a los cuadriláteros como boxeador amateur, mientras que él se ha destacado como corredor y como futbolista también amateur.

Otra de sus enseñanzas fue el no tener miedo a enfrentar retos ya que en plena Segunda Guerra mundial, viajó a los Estados Unidos y se alistó en la “The Western Pacific Railroad Company” donde laboró fabricando implementos utilizados durante guerra. A su regresó a Mérida y aplicó lo aprendido, dedicándose a la tornería fina (milimétrica) y haciendo gala de su ingenio también inventó una máquina para encorchar el hilo de oro y una máquina industrial exprimidora de naranjas, que se podía adaptar para triturar el coco.

Además fue uno de los fundadores del famoso bazar de fierros.

Por su parte, Raúl Antonio Rosado Barrera, recordó en un libro familiar con mucho cariño a su padre, Raúl Rosado Espinola. “Toda su vida fue tenaz en el trabajo, se esforzaba mucho y cuando era un niño, muchas veces mientras todos nos divertíamos en la fiesta de Navidad, el llegaba a la hora de los abrazos par saludar e irse a dormir porque tenía que salir temprano al aeropuerto”, escribió.

Raúl hizo muchas investigaciones sobre la historia de la aviación en Yucatán, lo que le valió un reconocimiento en el libro de Salvador Novo sobre la historia de Mexicana de Aviación, empresa para la que laboró.

Sus investigaciones pueden leerse en la Enciclopedia Yucatanense y sus fichas, fotografías y libros tienen un espacio en la biblioteca fundada en honor del escritor José Díaz Bolio.

Pero las enseñanzas más valiosas que heredó a los suyos fueron el respeto por la puntualidad como una manera de no tener consideración para quienes nos esperan y sobre todo a llevar una vida sin vicios, siempre fue ejemplo como padre, hijo, hermano y esposo.

Texto: Manuel Pool

Fotos: Cortesía

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