Regresa Sacha Baron Cohen, el duque de la incorrección política

Por Gerardo Novelo*
gerardonovelog@gmail.com

* Estudiante de Comunicación. Pasa mucho tiempo pensando en cocos y golondrinas.

Hace unos días, Sacha Baron Cohen salió de la cueva en la que llevaba escondido el último lustro e hizo el honor de presentarnos un adelanto de su nueva serie. En este clima político internacional, ya hacía falta su voz.

En el teaser de la serie “Who is America?”, rápidamente vitalizado, el comediante adopta la pinta de un experto en defensa israelí y entrevista personalidades políticas estadounidenses en un tema clave al discurso político gringo contemporáneo: las armas de fuego.

El modus operandi de Cohen es viejo, lo ha perfeccionado desde sus días protagonizando The Ali G Show. Ha encarado personajes de lo más misóginos, racistas, ofensivos y, en general, incorrectos, como Borat o Brüno, para hacer entrevistas donde la comedia surge de que tanto puede incomodar a sus invitados. O, peor, que tanto puede hacerlos sentir entre buena compañía para bajar sus defensas y mostrar quienes son en realidad.

Después de protagonizar “El Dictador” y desaparecer por un tiempo, Cohen regresa a su fórmula con el adelanto de su nuevo programa.

La serie es una ventisca de aire fresco que recuerda cuánto nos hacía falta la incorrección política de Baron Cohen. En una serie de situaciones cada vez más absurdas y retorcidas, el “experto en seguridad” que interpreta hace a políticos y activistas conservadores cavar su propia tumba, poniendo en primera plana la banalidad del debate político que se ha arraigado a los vecinos del norte.

Cohen atrapa a sus víctimas insistiendo falsamente que el ejército israelí entrena niños para usar armas de fuego, y que estas medidas han prevenido una tragedia cuando un niño disparó a un terrorista con un arma que llevaba escondida en la mochila. El activista entrevistado no solo se deja convencer: termina aplaudiendo las apócrifas medidas de seguridad, concuerda con que debería haber algo similar en Estados Unidos y se presta para grabar una farsa de video instructivo donde rifles automáticos se esconden en peluches y la muerte se eufemiza como “el sueño largo”.

Los entrevistados caen en sus trucos, se sabotean solitos y evidencian lo que en realidad son voceros incorpóreos de ideologías corporativistas que apenas comprenden –cabezas parlanchinas fáciles de convencer para decir lo que sea que se les quiera hacer decir–.

Cuando salió el video, media docena de figuras públicas tomaron las redes sociales para acusar a Cohen de haberlos engañado. Muchas de éstas no salen en el adelanto, así que solo podemos esperar a que salgan sus episodios para ver en qué hueco se metieron.

El cínico genio de Sacha Baron Cohen es exactamente lo que necesitamos para afrontar los tiempos en los que estamos. El comediante encarna lo políticamente incorrecto como debe ser y no como se ha ultrajado.

Recordemos: ser políticamente incorrecto no es insultar minorías, hacer chistes de “67 géneros” o de que las mujeres pertenecen en la cocina. Mucho menos es, como asegura uno de los peores profesores que he tenido, insistir que “no existe el TDAH, solo niños que les faltan bofetadas” (lloró corrección política e intentó desacreditar el DSM cuando un grupo de estudiantes de psicología le dijeron que estaba equivocado).

Sacha Baron Cohen, en cambio, es la viva imagen de la incorrección política en su forma más auténtica: la ridiculización a las instituciones e ideologías hegemónicas. Se burla de los poderosos y deja que hagan hazmerreíres de sí mismos. Más como él, y más series como la suya, por favor.

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