Remojados

Por Armando Escalante

Ignorar qué pasa en las zonas inundadas en fraccionamientos y en subterráneos como el paso deprimido y estacionamientos de centros comerciales, es más común de lo que habría pensado. Pero negarse a creer las razones de tales anegamientos, es todavía peor. Para algunos intelectos es más fácil culpar a constructores y autoridades que tratar de aprender un poco de fenómenos naturales y aceptar los cambios radicales que la naturaleza impone.

Un vecino del fraccionamiento Las Américas graba con su celular —testimonio que circula en redes sociales—, lo que sabíamos que ocurre con el manto freático meridano: de una alcantarilla brotan borbotones de agua transparente, incolora e inodora hasta anegar calles y casas.

Esto ocurre porque el manto acuífero subió al menos 5 metros de los 8 del nivel del mar que tradicionalmente se sabía que tenía respecto al centro de la capital meridana. O sea la nueva medida del manto es apenas 3 metros en el primer cuadro. Ese es el nuevo nivel que tiene el agua en el subsuelo meridano y en algunos casos esa medida es cero, como en el norte, donde el terreno es más bajo, y se aprecia con solo acechar un pozo. De tantas lluvias que han caído durante tres meses o más —en todo el estado—, ascendió casi hasta la superficie, sobretodo en el norte de Mérida. Recordemos que el agua va camino al mar por dentro de la tierra, y en esa zona la corteza terrestre es menor y está más saturada. Eso impide que el agua de las calles y terrenos se vaya o filtre al subsuelo fácilmente —algunas partes de la ciudad son más bajas— ya que el terreno está “inundado”.

Con estos antecedentes se explica por qué varias obras subterráneas (construidas en zonas más bajas de MID) están anegadas, saturadas con líquido que sale del subsuelo y con parte del agua de las lluvias.

Se preguntan que por qué se dan permisos para fraccionamientos u obras profundas, pero se ignora que la inundación es un fenómeno natural no previsto que marcó un cambio histórico en la ciudad. Hoy es fácil creer o aceptar que el agua suba tanto porque lo estamos viviendo pero la referencia académica y profesional consideraba el manto meridano —en promedio— a 8 metros de profundidad en buena parte de la ciudad y no a dos o tres como vemos hoy.

Según leo y escucho opiniones de especialistas en mecánica de suelos e hidrología, nunca nadie pensó que pudiera ascender tanto el agua; solo había una referencia anterior en el Hotel Fiesta Americana en “Isidoro” y por lo visto no fue suficiente para marcar un cambio en requisitos, disposiciones y reglamentos o servir de advertencia para todos. Ahora con todas estas experiencias que ya registramos estos meses, encontrar agua a 8 metros de hondo, será solo un mito, y deberán adecuarse leyes y disposiciones de construcción. No me cabe la menor duda.

El xix.— Y ya remojados todos, lo diré de una vez: el tren maya, el estadio de fútbol y un —absurdo— nuevo aeropuerto, le van a restar muchos votos a quien se le ocurra tocar esos temas y hundirán políticamente a quien se les acerque de aquí al 6 de junio.

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