Roman Reigns / Joseph Anoa’i

Por Marcial Méndez

La edición de la semana pasada de Raw arrancó con Roman Reigns encaminándose hacia el ring ante el usual y notorio abucheo del público. Ya ahí, el polémico personaje reveló inesperadamente que padecía de leucemia y que, por tanto, habría de alejarse temporalmente de los encordados para poder combatirla. El anuncio provocó silencio. Reigns continuó su discurso dándole las gracias a la audiencia y a la WWE, y lo finalizó prometiendo vencer la enfermedad para prontamente regresar a los cuadriláteros. Para cuando bajó el micrófono, los aplausos y las porras hacia él dirigidas eran los únicos sonidos que llenaban el estadio.

Lo sucedido el pasado lunes trascendió la ficción. No fue Roman Reigns quien se retiró de la arena ante el vitoreo y los buenos deseos del público, sino que Joseph Anoa’i, el hombre detrás del personaje. Es agradable saber que, a pesar de la fricción que caracterizó a las interacciones entre Reigns y el público a lo largo de los últimos años, se logró hacer una distinción entre el papel y el actor –no porque eso sea algo complicado de hacer sino porque, sencillamente, fue un buen momento que denotó la humanidad detrás de ambos lados del espectáculo.

Si bien el show tiene que continuar (y lo hizo aquel lunes), la despedida de Joseph fue una pausa tan lamentable como significativa que nos recordó, imprevisiblemente, de la existencia e importancia de aquellas historias que suceden al borde del telón.

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