Santa Ana y su Mercado: coloridos y sabrosos recuerdos

Muy apreciado para quienes crecieron en el rumbo es el mercado de Santa Ana, y aunque el tiempo y el destino los ha llevado a vivir en otros puntos de la ciudad, del país o incluso en el extranjero, apenas tienen la oportunidad regresan para recorrer sus remodelados pasillos en los que ya casi no queda nada de lo que sus ojos infantiles vieron y gozaron en aquel colorido lugar en el que abundaban las carnes y verduras de todo tipo en puestos como los del “Chel Escalante” o del mismísimo Pastor Cervera, que fue tablajero en este lugar.

En la página de Facebook “Mérida en la Historia” se indicó que el mercado fue inaugurado en 1959 por el presidente de la República, Adolfo López Mateos y es muy grato leer los comentarios de quienes lo visitaban de manera frecuente para acompañar a mamá a realizar sus compras, y al finalizar, ya de regreso disfrutar de unos ricos salbutes en la lonchería de Petita, quien la atendía mientras su esposo y uno de sus hijos preparaban y freían los deliciosos antojitos que se caracterizaban por tener carne molida en su interior además de ser cubiertas con cebolla blanca picada con salsa de tomate.

Así recordó el lugar el abogado Carlos Barrera Jure, quien destacó que este mercado fue parte importante en su niñez y juventud.
—En ese entonces tenía 10 años y no había supermercados como ahora, mi mamá, Nacira Jure Siqueff, nos llevaba cada semana, generalmente los sábados y era así como disfrutaba de esos paseos. A veces la llevaba mi papá Armando Barrera que esperaba en el parque leyendo el periódico, en otras ocasiones nos dejaba en el mercado y regresábamos en el camión que tomábamos en la puerta de la iglesia —recordó.

Las actividades comenzaban muy temprano era muy completo con mesas de abasto de res, pollo, puerco y pescado, también había un largo pasillo con frutas y verduras, además de dos puestos de recados y un puesto en el que había un gran surtido de juguetitos y pelotas.

Ese puestecito debió ser algo especial, ya que a pesar del tiempo está presente en la memoria de personas como Luis Alberto Andueza que en los comentarios del referido blog, hablaba de esa juguetería que estaba muy cerca de la iglesia y que decir de los salbutitos que se preparaban en el lugar.

El abogado Barrera Jure dijo que a veces los dejaban a él y sus hermanos Rafael y Victor comiendo los salbutes mientras su mamá adelantaba las compras.

“Eran sabrosos, no sólo cuando estaban calientitos y recién salidos de la freidora sino hasta fríos, cuando los pedían para llevar y los comíamos llegando a casa. Era todo un ritual quitarles el papel y servirlos en los platos, a la fecha Don Marcos, el hijo menor de Petita siguen preparando estos salbutes para el disfrute de sus seguidores entre los que yo me encuentro”, indicó.

En su obra “Anecdotario de los Barrera”, Carlos destacó que en el pasado no había Mercado popular sin reparador de calzado, y aunque no recordó el nombre de la persona que se dedicaba con diligencia a esta labor, afirmó que era de los buenos en ese oficio. Costuras, suelas nuevas de cuero, tacones de goma y cambios de color.

—El mercado de Santa Ana era a mis ojos de niño muy grande, amplio, cómodo y muy diversificado en giros y actividades. Había una tienda surtida, molino, área de cochinita, lechón y otros guisos típicos, jugos y panadería. Aún de adulto me gustaba acompañar a mi mamá a hacer sus compras y ayudarla a cargar sus bolsas, era algo muy enriquecedor para mi espíritu —concluyó.

Otros niños de aquel entonces como don Jorge Humberto Zapata, recordó con cariño los sándwiches de Marrero, los cortes de pelo en el local ubicado a un costado del Cine Encanto y por supuesto su visita al puesto de revistas donde compraban su ejemplar semanal o quincenal del Pato Donald, Archie, y Memín Pinguín.

Actualmente, el mercado de Santa Ana ha sufrido una transformación con vocación turística especialmente en el área de comidas que es ya tradicional entre las familias yucatecas llevar a sus visitantes para que prueben los ricos antojitos o guisados típicos, pero al interior ya quedan muy pocos puestos en funcionamiento y los locatarios piden más promoción y reactivación en el lugar.

Texto: Manuel Pool Moguel
Fotos: Saraí Suárez

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