¿Se trata de salvar Tabasco?

Por Jonathan Ruíz Torre

Digamos que se antoja armar una fogata y lo único que tenemos a mano es una pila de billetes. Son 2 mil 564 millones de pesos que otro gobierno, el de Enrique Peña Nieto, decidió dejar de lado y que sirvieron para pagar los estudios técnicos de otro sueño de refinerías: la de Hidalgo. ¿Se acuerdan?

Más de 2 mil millones de pesos que no consideran los millones que hidalguenses pagaron por un terreno que hoy sirve como el más grande estacionamiento del país o si quieren, como sitio de observación de estrellas. Aquí hay contexto: https://bit.ly/2Bl3lTd

Pero estamos en el hoy, a punto de encender ese dinero cuando el nuevo gobierno confirmó implícitamente el fin de semana que esos estudios no nos servirán, pues perfila otro sueño que como aquél, todos esperan que se concrete. Esta vez es Dos Bocas, Tabasco, la localidad que espera la abundancia.
Ahí no hay refinerías. La actividad que mueve la economía es el petróleo no refinado y hoy los tabasqueños sacan menos de la mitad del crudo que obtenían hace seis años. Son apenas 200 mil barriles diarios los que producen, contra los 420 mil de 2012, de acuerdo con datos oficiales.

Eso significa menos vacantes para ingenieros, menos ventas para los restaurantes a los que asistían y menos necesidad de casas que ahora tardan en venderse: el tamaño de la economía tabasqueña cayó ya por debajo de los 500 mil millones de pesos. Ya la rebasó Querétaro, que no tiene petróleo.

Tabasco va en tobogán y eso interesó poco al Ejecutivo federal que salió y su Gobernador, Arturo Núñez, no parece tener un buen plan. Hasta el segundo trimestre de 2018 la economía tabasqueña cayó 6.8 por ciento en un año, de acuerdo con datos del ITAEE del Inegi. Eso no puede tolerarlo un presidente tabasqueño.

“Las refinerías deben instalarse cerca del suministro de petróleo o del consumo de combustibles”, me explicó ayer un experto que dirigió una refinería en México.

Tula está cerca de la Ciudad de México. Dos Bocas está cerca del suministro de crudo. A 60 kilómetros en barco, por ejemplo, del yacimiento Zama 1 que encontró la ronda de licitaciones efectuadas por la administración saliente y cuyos recursos serán compartidos por Pemex y empresas privadas (Premier Oil PLC, Talos Energy y Sierra Oil and Gas).

Desafortunadamente en Tabasco el consumo de gasolina es mínimo, servirían nuevos ductos que conecten zonas de mayor crecimiento, como la Riviera Maya que depende de importaciones.

En ausencia de esa infraestructura adicional habrá que usar la que hay y llevarla a ¡Tula! en donde puede almacenarse y distribuirse. Hay un obstáculo: los ladrones de combustible o “huachicoleros” que plagaron ya Veracruz, Puebla e Hidalgo.

La inversión en la refinería defendida por el presidente Andrés Manuel López Obrador puede ayudar a Tabasco, pero quizás ayudará más a quien venda la tecnología que probablemente venga de otro país y el acero o cemento de empresas cuyos accionistas no están en Tabasco. Pensemos en Arcelor, Ternium, Cemex, Holcim.

Una vez funcionando, una refinería moderna no requiere de muchos trabajadores. No está claro pues qué tanto dinero aportará al final a ese estado, pero ese ya será problema de otro presidente.

La decisión está tomada y atiende principalmente a lo político: dejar de depender de combustibles extranjeros y darle ánimo a la población de un estado sumido en la desesperación por la escasez de empresas grandes locales y de oportunidades para aumentar el tamaño de las que existen.

Bienvenido el esfuerzo aunque éste no nos lleve hacia donde van las economías de avanzada: las energías renovables y la cadena de suministro digital que involucra la inteligencia artificial. Suena sofisticado porque acá pocos o nadie sabe sobre el tema.

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