Segunda Plana

LA GUERRA SUCIA se ha vuelto tema dominante en el actual proceso electoral, y han surgido temores de que la negativa conducta que exhiben muchos desaliente a los electores y se reduzca la participación en la jornada del 1 de julio. Tiene lógica la advertencia de quien considera que el estilo sucio ahuyenta a los ciudadanos, muchos de los cuales ya tienen –¿alguien lo puede negar?– una mala imagen del quehacer político y gubernamental. Pero el tema no puede verse en blanco y negro, pues tiene muchos grises, y entre otras cosas puede decirse que quienes se preocupan en exceso por el aumento de calumnias y noticias y declaraciones falsas en el proceso electoral, realmente lo que quieren es que ese proceso sea esterilizado, blanco, ingenuo e inocente, lo que parece imposible porque la política no se distingue por esas cualidades, sino más bien por las contrarias. Por otro lado, es lógico que a quien tiene un pasado más turbio que los demás no le interesa que el ambiente se llene de informaciones mal intencionadas, simplemente porque sale perdiendo.

AQUÍ Y EN CHINA la política no es un asunto de ingenuos y cándidos. Es la lucha por el poder, y en ella se aplica también la sentencia de que en la guerra y en el amor todo se vale. Y con todo que la guerra sucia sea así, agresiva e irrespetuosa, tiene ángulos que pueden calificarse de útiles. Entre los misiles que se disparan los candidatos la mayoría podrían ser falsos, pero algunos podrían estar bien fundados, y entonces el elector puede enterarse incluso de las cosas que el político en campaña no quiere que se sepan de él. Si alguien se enoja y exige que tal o cual aspecto de su vida personal no sea divulgado, los ciudadanos tienen que considerar que quien es capaz de traicionar a sus amigos, de lastimar a alguien de su familia, o de quedarse con una propiedad o un terreno que no le corresponden, es el mismo que va a jurar, desde la tribuna del Congreso o desde su cargo en cualquier nivel de gobierno, que nunca traicionará al pueblo, que velará por la salud de sus gobernados y que no robará los fondos públicos. ¿Se debe erradicar totalmente la guerra sucia y hablar sólo de cosas bonitas? ¿Qué opina usted?

Por Gínder Peraza

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