SEGUNDA PLANA – PUNTO MEDIO

TODAVÍA ESTÁ por verse el tamaño del impacto que tendrán las declaraciones del diputado federal Jorge Carlos Ramírez Marín de que la explotación petrolera en Yucatán no solamente sí se realizará, sino que además es inevitable. Aunque Ud. no lo crea, antes que el legislador haga esa declaración inquietante para muchos sectores, en poblaciones del interior del estado ya corría la versión de que en la costa, al parecer en Chicxulub, ya se estaban alistando a realizar perforaciones en busca del llamado oro negro, así que Ramírez Marín viene a ratificar lo que hasta hace poco parecía solamente una posibilidad, a la cual se oponen sectores de la sociedad yucateca que temen, con base en experiencias sufridas en otras partes del país, que la explotación petrolera venga a generar un abanico de consecuencias nada agradables. De cierta manera la afirmación del Dip. Ramírez puede considerarse sorpresiva, porque hasta ahora las fuentes oficiales habían prácticamente descartado la opción de que Yucatán se convierta en un estado petrolífero, por los perjuicios que conlleva tal actividad.

EL INEVITABLE desarrollo de la industria petrolera en Yucatán generará opiniones encontradas, pues por un lado están quienes consideran que la actividad traerá muchos beneficios, principalmente en cuanto a empleo; y por otra parte figuran quienes temen que, como ha sucedido en todos los estados petrolíferos, la explotación del oro negro genere un tsunami de negativos impactos sociales y económicos, como una carestía galopante sobre todo en los rubros de vivienda y alimentos. Porque, dígame usted, amable lector, ¿conoce algún estado petrolero que haya alcanzado un desarrollo notable sin padecer perjuicios? Por ejemplo, en Campeche el petróleo desquició el desarrollo de Ciudad del Carmen; en Tabasco contribuyó a descomponer a la sociedad y propició un extraordinario aumento de la violencia; en Tamaulipas, hace más tiempo, también hubo graves y diversos estragos sociales y económicos… No se puede descartar que Yucatán sea, ahora sí, la otra cara de la moneda y realmente se beneficie de esa industria sin sufrir negativos, graves efectos. Crucemos los dedos y esperemos…

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