ES MUY PROBABLE que, en contra de los deseos generalizados, este año que empieza no nos traiga tanta prosperidad como quisiéramos, al menos no sin antes esforzarnos mucho y bien. Y no necesitamos una bola de cristal para afirmar lo anterior, sino sólo observar el entorno, que incluye una elevada inflación de casi 7%, un dólar muy caro debido en gran parte a las políticas económicas de los EU y a la insistencia de su presidente de cancelar el TLC, o por lo menos renegociarlo en condiciones que le den ventajas. (Permítame un paréntesis para apuntar que, con todo lo mal que dicen que está México, los bancos, casi totalmente en manos extranjeras, reportaron que en 2017 obtuvieron ganancias de hasta 27%, mayores que las de 2016 y que ni de chiste lograrían en sus países de origen). El entorno económico nuestro no es, repetimos, muy halagüeño, pero dígame usted si recuerda la última vez que empezamos un año con números muy positivos, con facilidades para el crecimiento. No, la verdad es que hace mucho tiempo que vivimos en recurrentes crisis, y aquí estamos todavía, aguantando el costo de las corruptelas de nuestros políticos, y escalando poco a poco lugares en el concierto internacional.
EN EL PLANO local las cosas son un poco mejor. Ya será la hora de hacer un balance de la actual administración estatal, que incluya los aspectos negativos o los pendientes que quedarán, pero en cuanto a lo positivo podemos apuntar buenos números en creación de empleos, en construcción de infraestructura y en impulso a la educación y al emprendedurismo, entre otras cosas importantes. Falta también mejorar el nivel de los salarios, pero en cambio cada día estamos mejor en elevar la calidad de la mano de obra que genera la entidad, con instituciones de educación superior que ofrecen carreras considerando los sectores de mayor crecimiento. En fin, que si Yucatán no es jauja, sí es una entidad de gente que trabaja con denuedo, que no ignora los problemas pero que da prioridad a las oportunidades. Creemos, como muchos yucatecos, que no hay barrera o atraso que soporte el trabajo esforzado y tenaz de un pueblo. Así debemos pensar en el despegue de este nuevo año.
