Sembrando polémica, cosechando comentarios

Por Marcial Méndez

“Hombres ayudan a las feministas que les fue destrozada su camioneta por otras feministas,” lee lo que sería el titular de un reportaje del periódico digital Hora Cero en una publicación en su página de Facebook. Lo noticioso, según la perspectiva del medio informativo, no está en lo que aconteció (de ser así, el titular leería únicamente “Ayudan a las feministas que les fue destrozada su camioneta por otras feministas”), sino en quienes fueron sus protagonistas (los hombres).

Un vistazo a la sección de comentarios revela justamente lo que Hora Cero buscaba con esa nota. Uno de ellos lee “Lo más irónico del caso es que un hombre les arregló la camioneta. ¡Viva el patriarcado!” Al momento de escribir esta columna, la publicación tiene otros 421 comentarios; los más destacados (según el algoritmo de Facebook) tienen prácticamente la misma vibra que el que acabo de reproducir aquí, el cual representa exactamente la clase de respuesta que el periódico andaba pescando con el enfoque de su reportaje.

Fuera de la susodicha nota (y otras similares), a las demás publicaciones de Hora Cero no se les asoma ni una sola mosca. Por tanto, correr noticias como la que nos atañe les conviene en la medida en la que les genera tráfico que, de otra forma, jamás conseguirían.

Poco les importa a medios como el antedicho que su polémica artificial apele y refuerce las ideas prejuiciosas, conservadoras e imbuidas de odio de una audiencia que no parece tener mucho problema con la violencia de género que atormenta al país. Por el contrario, la prevalencia de estas ideas, así como también la propagación de narrativas que incitan al conflicto, son una condición favorable –tal vez hasta necesaria– para su prosperidad y relevancia.

Es importante que nosotros, como lectores y participantes activos en el debate público (independientemente de nuestra postura), estemos siempre pendientes de la intención detrás del enfoque de los medios y evitemos engancharnos en aquellas polémicas manufacturadas que buscan dividirnos. Aunque el debate es fundamental, las discusiones que nacen desde esas perspectivas extremadamente parcializadas son incapaces de producir un verdadero diálogo. En vez de remar contracorriente, seamos cuidadosos al momento de elegir los espacios idóneos para intercambiar opiniones, redirijamos nuestra atención a las noticias que sí la ameritan, y rehusémonos a darle cuerda a esos perniciosos medios que, por unos cuantos clicks, están dispuestos a acrecentar el odio entre nosotros.

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