Si las encuestas no predicen a un ganador ¿Para qué sirven?

A unos días de las elecciones, las encuestas marcan una tendencia. ¿Qué tanto pueden predecir al ganador y a los perdedores del 1 de julio?

Las encuestas electorales son una brújula que refleja el estado de ánimo de un sector de la población en un determinado momento, razón por la cual, pueden presentarse cambios importantes durante el día de la elección.

Para entender las preferencias electorales, debemos fijarnos en varias encuestas y no tomar una sola como la verdad absoluta, además de que siempre habrá factores externos que pueden alterar la proyección de uno o varios estudios. Roy Campos, director de Consulta Mitofsky, define en una frase la relación entre las encuestas y las elecciones: “Si las encuestas se equivocan respecto al resultado, es porque encuesta y voto no es lo mismo”.

En una investigación de Alto Nivel, se entrevistó a varios encuestadores y especialistas en el tema, las cuales ayudaron a desmenuzar todo lo que hay detrás de una encuesta y qué tan confiables son.

¿Qué es una encuesta y cómo se seleccionan a los encuestados?

Una encuesta es una medición metodológica que se hace a partir de una muestra de una parte de la población y que arroja información y datos relevantes.

¿Para qué sirven las encuestas? En la opinión de Roy Campos, sirven para todo menos para pronosticar. Sirven para crear agenda, para tomar decisiones, para crear plataformas políticas, pero nunca para predecir.

Alejandro Moreno, director de Encuestas de El Financiero, y Francisco Abundis, director asociado de la encuestadora Parametría, coinciden en que la muestra, es decir, el sector de una población a la que se elige para ser encuestada, se determina a partir de principios estadísticos, y puede ser tan pequeña o grande como se quiera diseñar o como el presupuesto lo permita.

“A partir de 1,500 personas, tu margen de error no cambia mucho (es de +/2), por lo que una muestra más grande ya es innecesariamente grande”, afirma.

¿Cómo es posible sacar conclusiones para millones de personas con una muestra tan pequeña? Gracias a que se usa una muestra aleatoria. Está comprobado estadísticamente que una muestra aleatoria va a recabar con precisión las características de una población más grande.

“Esto se parece a cuando te sacan sangre. ¿Cuánta sangre necesitas sacar del cuerpo de alguien para saber qué tipo de sangre tiene o si está enfermo? Sólo una muestra muy pequeña”, ejemplifica Abundis.

Debido a la naturaleza aleatoria de la muestra, es muy probable que a ti nunca te hayan encuestado. Aleatoria significa que los 87 millones de mexicanos en el padrón electoral tienen la misma posibilidad de ser encuestados, por lo que la probabilidad de formar parte de una muestra es 1 en millones.

La ENCUESTA que puede tener mayor oportunidad de precisión es la que se publique unos días antes de la elección; sin embargo, hasta esas suelen tener fallas importantes, como ocurrió en 2012 con la casa GEA-ISA, que, cuatro días antes de los comicios, pronosticó un triunfo de Enrique Peña Nieto de 18 puntos sobre Andrés Manuel López Obrador.

Entonces, ¿cómo se representa tu opinión una encuesta? Si crees que tu opinión es distinta a la de todos los mexicanos, ese registro representaría el 0.0000000000001. Este número es tan pequeño que no afectaría el porcentaje final de la encuesta.

Pero en una encuesta presidencial, solo existen cinco opciones de respuesta: votar por alguno de los cuatro candidatos o no votar por ninguno. Alguno de los otros encuestados tiene la misma opinión que tú, así que tu opinión está representada en el porcentaje final aunque tú nunca hayas sido encuestado.

¿Cuántas encuestas electorales se hacen hoy en México?

Para el presente proceso electoral se registraron 42 encuestadoras ante el Instituto Nacional Electoral (INE).

Cabe señalar que, a pesar de que están registradas ante el INE, en ningún caso el Instituto Nacional Electoral avala la calidad de las encuestas presentadas, la validez de sus resultados, o cualquier otra conclusión que se derive de estos estudios estadísticos.

Hay demasiadas encuestas, ¿a cuál debo hacerle caso?

“Es mucho mejor que haya exceso de encuestas que carencia de ellas”, opina Alejandro Garnica, vicepresidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión Pública (AMAI). “Por eso hay que ver un panorama conjunto de encuestas y nunca una solita”.

Que una encuesta acierte al resultado final tiene que ver más con el azar que con la validez de la encuesta o la habilidad del encuestador; sin embargo, cuando se promedian todas las encuestas a lo largo del tiempo, se obtiene un resultado muy cercano al real.

¿Qué tipos de encuestas hay y cuál es la más precisa?

Alejandro Garnica dice que, aunque actualmente existen diversos métodos para levantar encuestas por diferentes vías, como la telefónica, por redes sociales o hasta por correo ordinario, las que se hacen casa por casa son las más efectivas.

“De hecho, de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral, las encuestas que deben considerarse son las cara a cara; no es que no sirvan las telefónicas, pero las personales generan mayor certidumbre”.

Al respecto, Claudio Flores, de la consultora Lexia Insights & Solutions, asegura que la tasa de rechazo en una encuesta telefónica es de más del 90%, mientras que en una encuesta presencial es superior al 40%. Por ejemplo, en la última encuesta de El Financiero fue de 47%.

¿Por qué van cambiando los resultados de las encuestas?

Es normal que el resultado de las encuestas electorales vaya cambiando conforme avanza el tiempo debido a que la gente va interesándose más en las campañas, conocen mejor a los candidatos y platican con sus conocidos, lo cual ayuda a formar una opinión.

En la siguiente imagen, correspondiente a una encuesta levantada por Parametría del 23 al 29 de mayo, podemos observar que, cuando se toma en cuenta a aquellos encuestados que no reportaron preferencia por ningún candidato, la intención de voto del candidato puntero es de 45%, pero cuando se eliminan a estos “indefinidos”, la intención de voto del mismo candidato sube 9 puntos porcentuales.

Comparado con otras épocas, hoy es más difícil delinear el perfil del votante mexicano, ya que no está muy definido en sus preferencias electorales.

En dos de los últimos tres periodos electorales para presidente de la República, por ejemplo, se ha visto que el candidato que iba en segundo lugar, rebasó al puntero y ganó.

Por tanto, la encuesta que puede tener mayor oportunidad de precisión es la que se publique unos días antes de la elección; sin embargo, hasta esas suelen tener fallas importantes, como ocurrió en 2012 con la casa GEA-ISA, que, cuatro días antes de los comicios, pronosticó un triunfo de Enrique Peña Nieto de 18 puntos sobre Andrés Manuel López Obrador, cuando la diferencia final fue de seis puntos.

¿Las proyecciones de las encuestas son contundentes?

Las encuestas electorales ayudan a medir un estado de ánimo que prevalece en el momento en el que se llevan a cabo, es decir, miden la opinión y la preferencia en el momento específico en el que se levantan, advierte Moreno.

“La encuesta no es una medición oficial, más bien son una especie de brújula en un contexto de incertidumbre”, explica. “Imagínate por un momento que no hubiera encuestas, entonces todos los candidatos dirían ‘yo voy ganando’”.

Para explicarlo, Moreno pone el ejemplo de la transmisión de una pelea de box, en la que un experto va llenando una tarjeta con los puntos que, de acuerdo con su percepción, va obteniendo cada boxeador al terminar cada round; sin embargo, el resultado oficial es el que revelan los jueces al final de la contienda y no necesariamente ambos tienen que coincidir, pero el segundo siempre será el oficial.

“Las encuestas tienen el objetivo de prever cómo va a ser el resultado, pero no de ser adivinas antes de tiempo”, dice.

¿Por qué falla una encuesta?

Hay varios factores que pueden modificar el resultado de una elección. Te enlistamos algunos:

1. Que el ciudadano se confíe y no vaya a votar. En las encuestas suele preguntarse indistintamente a las personas por quién van a votar, pero si el día de la elección no van a la casilla, ese voto faltante podría modificar el resultado de la encuesta y el de la elección. Por ejemplo, si un sector de la población ve que un candidato va como puntero y decide no ir a votar porque su favorito “de todas formas va a ganar” podría provocar que el candidato pierda su margen de ventaja o, inclusive, perder, mientras que el resultado de la encuesta parecerá diferente a la realidad debido a que ya había considerado su voto.

2. Los indecisos. Las contiendas electorales son cada vez más cerradas, lo cual genera efectos como que más gente espere hasta el último momento para tomar una decisión. En el caso de las encuestas que se han publicado en el reciente proceso electoral ha quedado claro el orden del 1-2-3 en las preferencias, pero también es muy visible el número de personas que aseguran todavía no haber decidido, un porcentaje que varía entre el 17 y el 25%, de acuerdo a la casa encuestadora. Solo ese porcentaje es superior al promedio que llevan el segundo y tercer lugar.

3. El voto útil. Existen personas que toman en cuenta las encuestas para ejercer “voto útil”; es decir, votar por el segundo lugar para tratar de evitar que gane su última opción. Sin embargo, existen otras personas que, cuando no saben por quién votar, eligen votar por el primero porque les gusta apoyar al ganador. “En realidad, no existe evidencia para saber cuál de las dos opciones pueda ocurrir en México”, dijo Javier Márquez, socio y Director de Investigación de Buendía & Laredo y fundador del portal Oraculus.

¿Las encuestas influyen en los indecisos?

Los especialistas aseguran que los indecisos suelen no tomar en cuenta a las encuestas. Alejandro Garnica aseguró que estos ejercicios sólo le interesan a los sectores más informados, como políticos, periodistas o analistas.

“¿Cuánta gente en México está hoy más preocupada por otras cosas de la vida diaria, como ir a trabajar o a la escuela, y no tiene mucho conocimiento de las campañas? Las encuestas generan mucho interés, pero no quiere decir que sea de todo mundo”, dice.

Las encuestas tienen mucha influencia en analistas, periodistas y estrategas de campañas, dice Alejandro Moreno. “Por más optimistas que seamos los encuestadores, las solemos ver poca gente. No siempre llegan a todo el electorado. Además, los indecisos suelen ser los menos interesados en el proceso político”.

Los llamados “indecisos” son aquellas personas que dijeron que no tenían intención de votar por ningún candidato, sea cual sea el motivo. Las encuestas suelen reportarlos como “indefinidos” o “índice de no respuesta” pues agrupan a todas aquellas personas que dijeron “ninguno”, “no sé” o se rehusaron a responder.

Es importante considerar el porcentaje de indefinidos al momento de leer una encuesta, porque la mayoría de las casas encuestadoras reportan dos mediciones: preferencia bruta y preferencia efectiva.

La preferencia bruta mide la intención de voto tomando en cuenta a aquellas personas que dijeron “ninguno”, “no sé” o se rehusaron a responder. La preferencia efectiva, en cambio, elimina a estas personas y recodifica para tomar como 100% a todos los encuestados que dijeron que sí simpatizaban con alguno de los cuatro candidatos.

¿Cómo sé si una encuesta es confiable?

Hay que revisar sus características metodológicas y organizacionales. Mientras más detallada esté la metodología, su credibilidad será mayor, por lo que debe incluir datos como cuántas entrevistas se levantaron, entre qué fechas, en qué lugar, si fue presencial o telefónica y hasta qué porcentaje de personas no contestó.

Es importante revisar quién financió el estudio, ya que suele haber algunos que son encargados por los mismos partidos con fines propagandísticos.

¿Por qué “fallaron” las encuestas sobre las elecciones en EU, la paz en Colombia y el Brexit en Reino Unido?

Respecto a Estados Unidos, Francisco Abundis explica que fueron encuestas muy precisas, pero las características del sistema electoral de ese país hicieron pensar lo contrario.

“La mayor parte de las encuestas decían que Hillary Clinton ganaba por tres puntos porcentuales en voto popular, y lo ganó por dos; pero Donald Trump es una especie de “accidente” del Colegio Electoral debido a que por tres estados –que representan unos 106,000 votos de diferencia en términos de lo que se dijo que iba a pasar y lo que pasando al final– terminó gobernando”.

Además, algunos académicos identifican un fenómeno al que bautizaron como el “shy Trumper” o “Trumper tímido”, que asegura que algunas personas no se autorreportaron como simpatizantes de Trump hasta después de las elecciones. Esto quiere decir que era “mal visto” en algunos sectores de la población decir que se tenían intenciones de votar por Donald Trump, pero, frente a la urna y con la certeza de que el voto es secreto, se fueron por sus verdaderas preferencias y no por lo “políticamente correcto”.

En el caso de Colombia, influyó el tema de la participación, ya que hubo más abstencionismo que el esperado y terminaron asistiendo en mayoría aquellos que votaron por rechazar el acuerdo alcanzado por el gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuando las encuestas señalaban que el resultado sería el contrario.

En el Brexit también influyó el tema del abstencionismo, ya que votaron menos jóvenes (las tendencias decían que ellos estaban a favor de quedarse en la Unión Europea) y sí asistieron muchas personas mayores, que son las que guardan mayores resentimientos contra Europa. Es decir, en este caso los jóvenes al ser encuestados decían que apoyaban la permanencia, pero el día de la votación optaron por no asistir, lo que resultó en el fracaso de la proyección que tenían las encuestas.

Texto: José Roberto Arteaga
Fotos: Cortesía

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