Supera el síndrome del comedor nocturno

En este trastorno se come poco a lo largo del día porque el gran consumo llega tras la noche, con la consecuencia de que aparezca sobrepeso y alteraciones del sueño. Descubre si padeces el síndrome del comedor nocturno y cómo abordarlo.

Debido al desorden que se produce con la rutina normal de las comidas, “las personas con síndrome del comedor nocturno suelen presentar obesidad o están predispuestas a serlo”, explica Geles Duch, socia fundadora de la empresa de Grupo de Apoyo Nutricional (GAN).

Según los expertos en nutrición, la ingesta normal diaria debe estar distribuida en cinco comidas. El desayuno y la comida deben aportar un 30 por ciento de la energía total, el tentempié de media mañana y la merienda entre un 10 y un 15 por ciento y, por último, en la cena se consumiría entre un 10 y un 20 por ciento de las calorías del día.

Las comidas deben ir disminuyendo en calorías a lo largo que pasa la jornada, ya que a la hora de la cena el cuerpo no necesita de un gran aporte energético al no someterse a grandes esfuerzos físicos o mentales. Por el contrario, en las personas que padecen el síndrome del comedor nocturno, estos baremos están descompensados, siendo capaces de ingerir hasta el 70 por ciento de las calorías por la noche en esos momentos que pasan despiertos.

El segundo gran efecto de los comedores nocturnos es que estas personas se levantan repetidas veces a lo largo de la noche y este comportamiento puede acabar originando insomnio.

No hay duda de que los niveles de una serie de moléculas del organismo están alterados y, como consecuencia, se modifican también los ritmos circadianos o el llamado “reloj biológico” (relacionados con el patrón de sueño, el humor y los mecanismos de hambre-saciedad).

Las personas con síndrome del comedor nocturno no comen nada o casi nada a lo largo de la mañana, ni en el desayuno ni en la comida, ya que su sensación de apetito a estas horas es muy baja.

Suelen presentar un estado de ánimo más alto por la mañana, pero que decae según pasan las horas.

Sufren alteraciones del sueño, dificultad para conciliarlo y frecuentes despertares a lo largo de la noche.

Tras la cena realizan un consumo excesivo de alimentos coincidiendo con los periodos de insomnio.

Los alimentos más consumidos suelen ser ricos en hidratos de carbono (dulces, bollería, pan, pasta, arroz, etcétera). Estos alimentos segregan serotonina, una molécula favorecedora del sueño y que mejora el estado de ánimo.

No se consume una gran ingesta de comida de una vez (no son atracones), son pequeñas ingestas, picoteos o tentempiés, pero que se realizan de forma continua a lo largo de la noche, dependiendo del número de despertares. Siendo incapaces de recuperar el sueño si no se ingiere algún alimento.

La persona es plenamente consciente de su conducta, y se suele sentir triste, impotente y con sentimientos de culpa, especialmente si eleva su ingesta.

Las ingestas aumentan cuando la persona sufre periodos de estrés (laboral, personal, familiar…).

Aunque todavía se siguen investigando las causas del síndrome del comedor nocturno y su tratamiento, lo que sí se sabe es que inicialmente no conviene abordar el problema de sobrepeso, sino tratar primero el trastorno alimentario. A diferencia de otros trastornos alimentarios, este desorden no está relacionado con la preocupación por el peso o la propia imagen corporal, los pacientes no se sienten necesariamente insatisfechos con su cuerpo.

Texto y foto: Agencias

 

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.