Tenacidad femenina en el fin del mundo

“La madre Tierra necesita a sus hijas” es un mantra para casi trescientas mujeres del campo de la ciencia que en los últimos tres años han llegado a la Antártida con un doble propósito: promover el rol femenino en la toma decisiones de interés mundial e impulsar acciones ante el calentamiento global, un compromiso que las ha llevado hasta el fin del mundo.

Una de ellas es la sudafricana Colleen Begg, quien vive junto a su esposo, Keith, y sus dos hijos pequeños en la Reserva Niassa, en el norte de Mozambique, donde promueve la convivencia humana con sus amados elefantes y con leones, leopardos, perros salvajes y hienas para garantizar su conservación, en medio de unas crecientes tensiones sociales.

“Las cosas se complicaron, especialmente desde el año pasado, cuando la inseguridad creció en el lugar. Comencé a preocuparme mucho por la seguridad de todos, incluida mi familia”, relató a Efe esta zoóloga.

“Me di cuenta de que no tenía todas las habilidades para dirigir un equipo de casi cien mozambiqueños en un momento tan difícil porque todos se sentían inseguros y se requería un líder valiente y a la vez compasivo. Entonces supe que necesitaba un entrenamiento y una colaboración alrededor del mundo para salir adelante”, agrega.

Como Colleen, astrónomas, biólogas, ingenieras, médicas y matemáticas que forman parte del programa global Homeward Bound dicen ser conscientes de la urgencia de unir y visibilizar el trabajo de las mujeres en la ciencia, donde la ONU ha subrayado que están “insuficientemente representadas”.

Lo mismo consideran los promotores de esta red de científicas al señalar que, a pesar de que las mujeres constituyen el 45% de la fuerza laboral mundial y comprenden el 57% de los graduados universitarios recientes, están “subrepresentadas en posiciones de liderazgo”.

MUJERES EN UN MOTOR DEL PLANETA

En 2015, la australiana Fabian Dattner -literalmente- con Homeward Bound (De vuelta a casa) y desde ese momento se impuso la meta de lograr para 2026 una red de 1,000 mujeres con algo en común: su potencial para marcar la diferencia y liderar por el “bienestar de la humanidad”.

Las metas “son en tres niveles diferentes: que las mujeres se sientan más capaces de liderar; que se den cuenta que unidas somos más fuertes; y que sean visibles y generen un impacto en el mundo”, sostuvo a Efe Dattner, quien se describe como una visionaria pragmática y obsesionada con el liderazgo.

El camino trazado en ese sueño ha sido el de la visibilización y el escenario, uno de los territorios más vulnerables al cambio climático: la Antártida, un destino simbólico ya que en sí mismo representa una aventura por ser uno de los lugares más remotos y porque conlleva una obligada travesía por las aguas del pasaje de Drake, las más turbulentas del planeta.

El viaje de 21 días a la Antártida representa la “cereza del pastel” de un programa de un año diseñado para que mujeres del campo de Stemm (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas y Medicina) se formen en liderazgo, desarrollo, capacidad estratégica y comunicación.

Al explicar la razón de este recorrido, Dattner señaló que, “de muchas formas, la Antártida es el motor detrás del refrigerador, ese motor que controla la temperatura del planeta” y la idea es que las mujeres vean “el costo de la falta de acción” en este lugar del mundo.

A sus ojos, la Antártida ofrece una oportunidad sin precedentes para observar de primera mano la influencia de las actividades humanas en el medioambiente y recabar información clave sobre el cambio que deben liderar las mujeres para frenar el calentamiento global.

Para la experta australiana en Ecología y madre de dos hijos Fern Hames, el lugar es también representativo por las restricciones que existieron en el pasado para ir a la Antártida y que ella misma afrontó.

Hames, ahora de 58 años, escribió su tesis universitaria sobre las algas y musgos antárticos, pero tuvo que confiar en las muestras que su supervisor había recogido, ya que aplicó varias veces en la década de los años 80 para ir a ese territorio pero la respuesta siempre fue: “Lo sentimos, no podemos aceptarla porque no tenemos instalaciones para mujeres”.

“Entonces decidí que nada de Antártica y puse mi sueño en la parte de atrás de mi cabeza por veinte años”, añadió.

“Cuando escuché sobre Homeward Bound hice todo lo posible por unirme, experimenté la belleza cruda y salvaje de la Antártida. Fue absolutamente increíble y, por fin, vi las algas”, expresó con una amplia sonrisa a Efe.

OPTIMISMO OBSTINADO, CLAVE DEL LIDERAZGO

En la más reciente expedición (HB3), que terminó el pasado 19 de enero, 80 científicas, muchas de ellas también madres, estudiantes o activistas, recorrieron el continente blanco, en el barco Ushuaia, junto a la costarricense Christiana Figueres, antropóloga, economista y una de las artífices del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, quien compartió su experiencia como una mujer líder en estas negociaciones.

“Les dije que para ser líderes el primer paso es poder limpiarse uno mismo, porque todas llevamos una mochilita en la espalda con experiencias previas que hemos tenido desde que éramos niñas y si esa mochila está muy llena de negatividad es muy difícil tener un impacto positivo”, manifestó Figueres a Efe.

“El reto es ir descargando las piedritas pesadas y negativas de nuestra mochila para poder ser líderes más congruentes y de mayor impacto”, agregó la ex secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Los mensajes de Figueres fueron “sumamente básicos pero sabios: tratar bien a las personas, trabajar para fortalecer tus fortalezas, siempre ser amable y tener un optimismo obstinado”, escribió en su diario de viaje la neuropsiquiatra Sophie Adams, directora clÌnica de Orygen- Centro Nacional para la Salud Mental de los Jóvenes, en Melbourne (Australia).

UN DÍA PARA CONSTRUIR UNA HISTORIA
En consonancia con los esfuerzos de Homeward Bound, la ONU está impulsando este año la campaña “Invertir en las mujeres y las niñas en la ciencia por un crecimiento verde incluyente”.

El tema se enmarca en el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, que se conmemora cada 11 de febrero y en el que se recuerda que, aunque la comunidad internacional ha hecho un gran esfuerzo para inspirar la participación femenina el campo del Stemm, esta sigue siendo reducida. Según datos de la ONU, en la actualidad, menos del 30% de los investigadores en todo el mundo son mujeres y solo un 30% de todas las estudiantes seleccionan campos relacionados con Stemm en educación superior.

Texto y fotos: EFE

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