El chef Fabián Romero se ha ganado el cariño de los yucatecos con sus famosas tortillas azules y amarillas
Con tortillas azules y unas ricas salsitas de habanero, una a base de mango y otra de jamaica, el chef Fabián Romero hace la diferencia en el ámbito de los tacos de mariscos. Sus creaciones, en las que innova aplicando sus conocimientos en la llamada “cocina molecular”, ya son referencia para los establecimientos del ramo que tratan de imitar su estilo y hasta sus ya famosas tortillas azules.
“La Tosteviche es un concepto de tacos y tostadas de marisco en un ambiente totalmente hípster, el cual trata de trasladar a quienes vengan a comer, y que por un momento sientan que están en la playa, es un pedacito de mar en la ciudad, un pedacito de mar hecho tostada o taco”, comenta el chef Romero al recibir al equipo de Peninsular Punto Medio en su restaurante ubicado a unos metros de la glorieta de la Mestiza, en Francisco de Montejo.
Nacido en Villahermosa, Tabasco, por cuestiones de trabajo de sus padres, que son yucatecos, este joven, que se dedicó por muchos años al tema de la mercadotecnia, comentó que desde pequeño en casa comía papadzules, cochinita pibil y toda la amplia gama de platillos de la cocina yucateca, a la que ahora rinde homenaje con sus creaciones como el taco de camarón al poc chuc.
“Aquí lo que hacemos es que todo lo que envuelve a ese plato lo montamos en un taco y en vez de carne de cerdo, le ponemos el camarón que se marina en naranja agria con especies, de allí lo metemos a la parrilla, como se hace en el caso del cerdo, y le damos su barniz de naranja agria para hidratarlo en lo que se va cocinando y se monta sobre una tortilla de maíz azul que lleva una cama de guacamole”, explica el chef, quien destacó que no puede faltar el chiltomate, la cebolla morada asada y curtida y, para darle el toque ahumado, se le incluye un poco de longaniza de Valladolid.
En el menú figuran solamente tacos y tostadas, porque a decir del entrevistado, se rinde un homenaje al maíz que es uno de los ingredientes principales de la cultura mexicana y de la alimentación del ciudadano.
“En la parte fría tenemos las tostadas de maíz amarillo con ceviches de pescado, camarón, pulpo o aguachile, son de maíz amarillo, mientras que en la parte caliente, con tortillas azules preparamos los tacos de camarón o pescado capeado, de chicharrón de pescado camarones al pastor, al coco y al estilo Holbox, que envueltos con tocino y empanizados llevan queso filadelfia, y se sirven acompañados de una cama de puré de papa con bastante mantequilla y queso mozzarella para darle cremosidad”, detalla el chef, quien destaca que contrario a lo que se pudiera pensar sus tacos gourmet, cuestan de 35 a 38 pesos.
Una de las cosas que le gustaría al chef Romero es que, con el tiempo, la gente se familiarice con su restaurante y que de manera afectiva simplemente lo identifique como “La Toste”. Por lo pronto, a un año y cuatro meses de su apertura, ha sorteado con éxito el tema de la pandemia, ya que durante el tiempo en el que solo se permitía servir alimentos para llevar, afortunadamente el público le brindó su preferencia y ahora que se pueden tener mesas, acuden con regularidad, además de que siguen haciendo sus pedidos al 99 92 59 38 79.
“Ahora que volvemos a la reactivación económica responsable, estamos trabajando con espacios separados para que la gente se sienta con confianza en un lugar que es abierto, además, los lunes hacemos limpieza profunda cada vez estamos sanitizando los espacios las áreas trabajamos para cuidar a los clientes”, detalló.
Finalmente, en el local ubicado en el número 388 de la avenida 50 por 53 F y 55 de Francisco de Montejo, observamos un cuadro que acredita que el chef Fabián Romero logró un récord Guinness con el tamal más grande del mundo, hazaña lograda en Villahermosa hace dos o tres años, y de lo cual valdrá la pena hablar a detalle en una próxima ocasión, mientras tanto nos despedimos de nuestro anfitrión que nos presume que en todo este tiempo junto con sus platillos de estilo fusión, ha logrado ser el más fotografiado en Mérida.
Texto y fotos: Manuel Pool
