Turismo en Yucatán…

Por Miguel II. Hernández Madero 

El turismo arqueológico disminuyó en un cuatro por ciento en lo que va del año en Yucatán y esto debería prender las luces de alerta en la entidad, pues esa es su bandera de la llamada industria sin chimeneas, concretamente se han basado en que tenemos una de las “siete maravillas del mundo” (Chichén Itzá), más “otras zonas arqueológicas.

Esto simplifica mucho la perspectiva de las autoridades estatales del ramo, pues se remiten a considerar a Yucatán como un lugar para atraer el turismo por sus zonas arqueológicas mayormente, pero sin tomar en consideración otros atractivos que tiene el estado para los visitantes.

Claro está. Se puede tener el mejor producto, pero si nadie sabe que lo tienes, nadie va a llegar por él. Es lo que ha pasado en Yucatán. Vivimos en un estado con más de 300 kilómetros de playas, pero que carecen de un auténtico desarrollo turístico. No hay suficientes hoteles ni infraestructura carretera.

Lugares como Celestún, Sisal, Chuburná, San Bruno, Telchac Puerto, Río Lagartos, El Cuyo y San Felipe, por mencionar algunos, con una adecuada promoción serían puntos de desarrollo turístico en la costa, con beneficios para todos, no sólo para quienes brinden alojamiento, sino que también se beneficiaría la economía de cada región y eso traería un efecto dominó.

Además se mejorar sus vías de acceso y estímulos crediticios para los inversionistas locales, aunado a una estrategia integral de promoción, de tal manera que se conozco lo existente y los atractivos que se tienen para ofrecer.

Es un error esperar que, porque la naturaleza lo concedió, por sí sola generará riquezas en Lo mismo pudiera decirse de las ciudades coloniales, aquellas que tienen un pasado histórico y que hasta ahora nadie se ha preocupado por rescatar su legado y promoverlo. En estos casos tenemos a Tekax, Ticul, Peto, por decir algunos.

Sentirse satisfechos por tener dos “Pueblos Mágicos” como Izamal y Valladolid, no es suficiente, sobre todo si se presume como máximo logro que una página de internet los nombre como “Mejor destino turístico emergente”, sin entender que les están diciendo que tienen mucho por aportar, pero les falta desarrollarse, como ocurrió este año con Valladolid.

¿Dónde está la falla? Es simple. Es falta de políticas públicas que enfrenten el problema para darle solución a largo plazo, pero tampoco es responsabilidad exclusiva de la Secretaría de Turismo, sino que también debería estar ahí haciendo su labor la Secretaría de Desarrollo Social, dependencia que maneja millonarios recursos, pero que hasta el momento no se ha sabido de algún programa relevante para el desarrollo de las comunidades yucatecas.

Ojalá que esa baja en el turismo arqueológico no sea el inicio de una bola de una marejada que acabe con todo lo existente. Ojalá que se apunte ya hacia los demás atractivos de la entidad y así, zona por zona, se vea una auténtica mejoría en las condiciones de los yucatecos en general.

Yucatán lo anhela, los yucatecos merecen más que sonrisas y declaraciones bonitas.

Hasta la próxima…

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