Un nuevo pueblo

Por Sergio Aguilar

Por supuesto que no. AMLO no es, ni de lejos, la solución a los problemas.

AMLO tiene mucho de priista, pero no porque haya militado en el PRI. La enorme mayoría de la clase política de este país es priista porque sus prácticas, actitudes e ideologías están asentadas en el priismo, que ha evolucionado desde el estatismo cardenista al neoliberalismo salinista: finalmente el PRI, y con éste, el priismo, fue dueño total de este país por muchas décadas.

El priismo, en ese sentido, excede al PRI. Es ese empresario que no puede ver más allá de sus narices y de su cartera. Es ese profesionista (o incluso ese “emprendedor”) ofendido porque con sus impuestos ayuda a pagar la escuela de zonas pobres “donde la gente no quiere trabajar”. Es esa ama de casa de clase media que ve con malos ojos a sus hijos que se quejan de su trabajo mal pagado ya que “no se quieren esforzar”.

Cuando Marx dice que el proletariado es una clase universal no se refiere a que hay proletarios en todo el mundo, sino a que sin importar la particularidad (feministas y machistas, ateos y cristianos, académicos y analfabetos), cualquiera puede ser parte del proletariado, en tanto que es sujeto de la lucha de clases. Algo similar podríamos decir sobre el folclore mexicano: el priismo es una clase universal.

Las declaraciones de Paco Ignacio Taibo II no distan de la infame Roqueseñal. La actitud del espectáculo frívolo de Layda Sansores comparte mucho con el espectáculo aberrante de cada aparición pública de Ivonne Ortega. Ser priista es una enfermedad cancerígena que no distingue adscripciones de partido ni cuartas transformaciones.

Irónicamente, sin embargo, es por esta misma razón que el gobierno de AMLO viene a ser una verdadera puerta de esperanza. No por él, ni por muchos que le rodean, sino por el hecho de que abre la puerta a que una nueva clase política empiece a ocupar los puestos de este país.

El hecho de que AMLO haya sido el único que le llevó la contraria a los otros cuatro paleros en el primer debate que explícitamente dijeron que continuarían con la misma estrategia de seguridad, claramente fallida, indigna y criminal, es prueba, en muy buena medida, de que viene un tiempo diferente. No aseguraría nunca que será un tiempo mejor, sólo a que en ese voto es donde se colaba la única posibilidad de que quizá las cosas puedan ser diferentes, ya que los demás dijeron con suma claridad que pensaban mantener las cosas igual. ¿A usted le parece que el país debería de seguir igual?

Si su respuesta es que sí, es claramente un cínico o un ignorante (es decir, un priista). No veo otra opción, ya que usted es parte del propio problema, y es usted el que debería de ser depuesto, es por gente como usted que habría que elegir un nuevo pueblo. Ésa es la decisión más difícil de admitir: que no sólo un nuevo gobierno es suficiente, que a veces hay que elegir un nuevo pueblo.

Este nuevo pueblo deberá estar dispuesto a un sacrificio muy grande. Ya no se trata de atreverse a perder lo que tenga que perder, los privilegios que usted cree que tiene, sino atreverse a perder la ilusión de que tiene usted algo que perder. Eso es lo que deberíamos de perder hoy, entender que mañana entrará un nuevo gobierno y que sólo será beneficioso si con éste entra un nuevo pueblo.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.