Una entrevista conmigo: US OPEN 2020

Por Santiago Pell

Desde el suizo Stan Wawrinka en el US Open de 2016, ningún jugador fuera del “Big Three” había levantado un trofeo de Grand Slam. Hace 11 días Dominic Thiem se volvió el primer tenista nacido en la década de los 90’ en hacerse de uno de los cuatro majors del año. ¿Merecido? Sí, podría decir que sí, era de los jugadores más fuertes y favoritos para ganar; ¿corrió con suerte al ser expulsado Novak Djokovic? Así es. ¿Hubiera sido campeón de todas maneras, aunque jugara contra Nole? Probablemente no, considero que el monstruo del tenis se hubiese hecho del título.

¿Final emocionante? No sé si emocionante sea la palabra adecuada para describirla, tal vez con “extraña” – incluso siendo más ambigua la descripción de ésta – podría definirla mejor. Fue un campeonato de cinco sets, de esos que supuestamente nos gusta ver, pero si soy sincero, fue una verdadera pesadilla ver tanto a Dominator no jugar a nada y haber olido muy de cerca el platillo de la derrota, como a un Alexander Zverev que no se creía el haber ganado tan cómodamente los primeros dos sets.

¿Quién quería que ganara? La verdad es que cuando eres amante de este deporte, poco importan las preferencias. El punto está en apreciar la autonomía que todos y cada uno de los jugadores tienen, pues es por ésta que resalta gran parte de su belleza.

¿Cuáles dos verdades a mencionar? Bueno, la primera es que Sascha pudo haber ganado el partido ya que comenzó haciendo las cosas bien: no fallando sus saques, pasando las bolas, jugando tranquilo pero firme al momento de tomar decisiones y, sobre todo, no apresurarse. Dominic se creyó la Estatua de la Libertad de Nueva York, estaba totalmente estático, sin movimiento alguno.

La segunda verdad es que, de habérsela creído, Zverev pudo haber alzado su primer Grand Slam –estaba muy nervioso–, el contrario no le estaba exigiendo realmente nada en los primeros dos sets y, además, ¡en el quinto set sacó para el partido y lo quebraron! Sin embargo, el más fuerte fue Thiem, pero no en tiros, velocidad, agilidad, etc., sino en cabeza. Recordemos que él ya había presenciado tres finales de este calibre: Roland Garros 2018-2019 y Australian Open 2020.

¿Partido de alto nivel de juego? Pues al fin de cuentas, vimos al #3 y #7 del mundo, pero creo que lo que destacó no fue eso, sino el control mental que se debe de tener. El tenis nos demostró una vez más que, aun no siendo el mejor en la cancha, la mente y la sangre fría, muchas veces te hace ganar campeonatos inolvidables.

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